Es mucho más fácil enamorarse de lo desconocido. Resulta sencillo llenar de imaginación todos esos vacíos de ti que no conozco. Es divertido idealizarte y justificar cada uno de tus movimientos. ¡Que bien que seas perfecto en mi cabeza! En cambio, lo difícil es amar lo que conoces. Aceptar sus defectos y no intentar moldearlos a tu antojo. Despertar de mal humor y dedicarle la sonrisa más grande del mundo de todos modos. Aceptar el pasar de los años, acostumbrarse a sus manías e incluso volverlas tuyas.
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