25 de abril de 2015

Las cuatro cosas que quiero susurrarte.

Que guapa estoy, mi corazón, para estar tan rota.

Que bien te quedan estas letras,
puestas delicadamente en tus pestañas,
que son como el telón de la gran obra de tus ojos.

Perdóname, pero ya sabes que soy chica de metáforas, aunque es un eufemismo decir eso cuando en realidad lo que soy es una cobarde. Una cobarde por no atreverme a acercarme a ti y decirte que eres lo más bonito que he visto alguna vez pisar este suelo, territorio que aun no he conquistado porque a mí eso de tener los pies donde hay que tenerlos nunca se me ha dado nada bien. 


Es que sueño tanto
que a veces pienso que en mi vida no existe presente
sino ilusiones que ahogan el tiempo.

Lo primero que he aprendido de esta historia, nuestra supongo, es que el pecho izquierdo siempre va a doler más que cualquier otra parte del cuerpo. Lo segundo, es que si echar de menos ya es de por sí jodido, imagínate echarte de menos a ti, cuando en realidad tendríamos que echarnos de más, pero de sonrisas. 


Llámame ilusa, soñadora, idealista y mentirosa
por venderte que el amor sí existe
pero nunca, por favor, me obligues a quemar mi bandera.

Lo tercero que he aprendido es que yo empecé a buscar en tus labios la racionalidad de algo tan loco como el palpitar de este corazón y, lo cuarto, es que ya va siendo hora de salir de mi escondite, ¿no? y correr a buscarte. 


Es el momento perfecto para abandonar el salvavidas y tirarme al mar en mitad de la nada, 

que no sera nada porque estarás tú 
y lo será todo,

que no será escondite porque estarán tus brazos 
y eso sí que es magia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario