Me dejaste en el portal con la duda de si te volvería a ver alguna vez. No era una despedida de esas que te parte en dos, pero si te deja vuelto añicos con las dudas del porvenir. Como la vida, cuando nos frena sin avisar. Desde que dormí esa vez en tu pecho olvidé cómo dormir en mi cama.
Corrí por las calles de esa ciudad tan conocida mientras admiraba tus ojos en los míos, mi piel sobre tu piel, mi pelo despeinado. He subido a la azotea de ese edificio de oficinas y he creído tocar el cielo con los dedos.
He tomado más aviones que los que creo que podría recordar y en todos te he buscado, con la camisa de cuadros y los audífonos puestos. Esperando. Por mí. Como aquella vez a las afueras de una estación de metro en pleno invierno.
Quisiera decirte que no hago más que extrañarte. Quisiera que lo leyeras y creyeras que no hago más que extrañarte. He vuelto a todos los bares que me prometiste que visitaríamos juntos y he bebido más de la cuenta.
Algo así como ese abrazo justo antes de despedirte. He decidido romper todos los relojes y arrancarme la piel. Te la he mandado en correspondencia como dice ese cantautor. Quisiera prometerte que no quiero que me duela, pero sería una mentira tan grande como la distancia que pusiste entre los dos.
Lo único cierto es que estoy recompuesta. Que lo he arreglado, he conseguido esa pega de la que todos hablan y he vuelto a juntar los pedazos de ese corazón que dejaste hecho añicos. He vuelto a amar y a veces pensaba que no lo haría. Ya estoy lista para que lo vuelvan a romper.
Volverás a irte y todas las canciones hablarán de ti como un extranjero que me enseñó a beberme la vida. Volveré a abrazar a la felicidad y cada noche iré al bar de la esquina y llegaré a casa sin saber quién soy ni con quien hablé.
Regaré las flores de la casa que nunca quise, me perderé entre páginas de libros, tomaré la siesta a la hora que yo quiera y volveré a empezar la historia del corazón de pegatina.
Espero que siempre vuelvas, te dice este corazón en ruinas.
Corrí por las calles de esa ciudad tan conocida mientras admiraba tus ojos en los míos, mi piel sobre tu piel, mi pelo despeinado. He subido a la azotea de ese edificio de oficinas y he creído tocar el cielo con los dedos.
He tomado más aviones que los que creo que podría recordar y en todos te he buscado, con la camisa de cuadros y los audífonos puestos. Esperando. Por mí. Como aquella vez a las afueras de una estación de metro en pleno invierno.
Era un sueño.
Quisiera decirte que no hago más que extrañarte. Quisiera que lo leyeras y creyeras que no hago más que extrañarte. He vuelto a todos los bares que me prometiste que visitaríamos juntos y he bebido más de la cuenta.
No sabes si miento.
Algo así como ese abrazo justo antes de despedirte. He decidido romper todos los relojes y arrancarme la piel. Te la he mandado en correspondencia como dice ese cantautor. Quisiera prometerte que no quiero que me duela, pero sería una mentira tan grande como la distancia que pusiste entre los dos.
Lo único cierto es que estoy recompuesta. Que lo he arreglado, he conseguido esa pega de la que todos hablan y he vuelto a juntar los pedazos de ese corazón que dejaste hecho añicos. He vuelto a amar y a veces pensaba que no lo haría. Ya estoy lista para que lo vuelvan a romper.
Volverás a irte y todas las canciones hablarán de ti como un extranjero que me enseñó a beberme la vida. Volveré a abrazar a la felicidad y cada noche iré al bar de la esquina y llegaré a casa sin saber quién soy ni con quien hablé.
Regaré las flores de la casa que nunca quise, me perderé entre páginas de libros, tomaré la siesta a la hora que yo quiera y volveré a empezar la historia del corazón de pegatina.
Espero que siempre vuelvas, te dice este corazón en ruinas.