22 de diciembre de 2015
18 de diciembre de 2015
Si te vas a ir.
Te abrazo con las piernas porque no quiero que te vayas, respiro entre tus sonrisas mientras ahogo el llanto para no gritar. Te conozco tan bien, que sé que pronto te vas a marchar y no puedo hacer nada, ni quiero intentar.
Si te vas no quiero que te quedes. ¡No llegues a mi vida nunca!
Llévate contigo el recuerdo, los besos, los brazos, las risas, los llantos, los versos y a ti; llévatelo todo porque no te quiero aquí, haciéndome sufrir.
Si te vas a ir vete desde antes de llegar, porque si no lo haces, no sé cómo dejarte de amar.
12 de diciembre de 2015
Un minuto de silencio por la humanidad.
Tiene un par de ojos llenos de sol, que miran todo como si fuese la primera vez. Despierta y saluda a la vida, la respeta. Respira el aire transparente, como su ser. Cuando llueve no se esconde, no tiene miedos; si hace frío no se queja, simplemente es uno con el mundo.
Su corazón late, como el tuyo, como el mío; siente y sufre, disfruta, duerme, come, se cae, se levanta y pese a su naturaleza salvaje, a veces no se puede defender.
¿Y qué hace el hombre? Le quita su hogar, destruye su entorno, lo mata a golpes, lo devora vivo, le quita la piel, lo explota, lo mutila… ¿Quién es el animal ahora?
Su corazón late, como el tuyo, como el mío; siente y sufre, disfruta, duerme, come, se cae, se levanta y pese a su naturaleza salvaje, a veces no se puede defender.
¿Y qué hace el hombre? Le quita su hogar, destruye su entorno, lo mata a golpes, lo devora vivo, le quita la piel, lo explota, lo mutila… ¿Quién es el animal ahora?
Mi conclusión: Hace mucho que se extinguió la humanidad.
4 de diciembre de 2015
La chica del paraguas azul.
Si tuviera que narrar una historia, comenzaría por describir la noche lluviosa en que ella decidió caminar por la calle, su paraguas azul y la luz que se encuentra al fondo del callejón saliendo sin recato alguno de un pequeño y roto faro, protegiendo a la joven de la obscuridad y provocando que las gotas que caen luzcan como chispas de fuego que se apagan al llegar al suelo. También mencionaría el ruido metálico resultante de la tapa de un bote de basura que ha golpeado el suelo tras haber sido derribada por un gato que salió corriendo al verme.
La joven no ha notado nada de esto, ella sigue caminando lentamente bajo la lluvia, reproduciendo en su mente esa melodía que escuchan sólo los que aman, que da ritmo a los pasos y a la respiración, que colorea el aire y se lleva los temores.
La joven no ha notado nada de esto, ella sigue caminando lentamente bajo la lluvia, reproduciendo en su mente esa melodía que escuchan sólo los que aman, que da ritmo a los pasos y a la respiración, que colorea el aire y se lleva los temores.
Pero hoy no tengo que narrar ninguna historia, así que ustedes no sabrán nada de la joven, pues nunca tendré que describir su caminata bajo de la lluvia.
30 de noviembre de 2015
Soy.
Soy más feliz que nunca aunque te duela, ya no te necesito aunque no te importe, aprendí a volar como siempre quise y no necesité tus alas para hacerlo. Gracias por irte. Comienzo por escribir de ti porque siempre planeé hacerlo pero esos tres renglones son simplemente el fin de tu cuento.
Soy más feliz que nunca, soy más feliz que nadie, soy mi mundo, soy mis risas, soy el aire que respira el viento, el fuego que incendia al sol, la estrella que decora a la luna, soy. Puedo predecir mi futuro porque yo lo hago, doy besos cuando quiero porque tengo labios, provoco sonrisas y a veces hasta bailo.
No me siento la más sabia ni lo pretendo, las cosas sencillas me engrandecen, guardo recuerdos y los baño de anhelos, sueño más y duermo menos.
Soy más feliz que siempre.
27 de noviembre de 2015
El día que me volví agua.
El silencio me hizo olvidar el momento en que caí; no sentía frío, no había nada, sólo agua; y por unos instantes me volví uno con ella. Libre, tranquilo, quieto… Esta es la historia del día en que me convertí en agua.
Mi madre dice que nací nadando, y es que lloré tanto que parecía que había inundado la pequeña habitación del hospital. Por más ilógica que pareciera esta historia siempre me gustó la idea de imaginar mi nacimiento como un pez que por fin es depositado en su pecera.
Podrán imaginarse cómo fue mi infancia, pasaba más horas en la ducha que durmiendo, a veces salía a jugar con los demás niños sólo para llenarme de tierra y que así mi madre me obligara a tomar un baño. Las vacaciones de verano en la playa eran mis favoritas; desde que salía el sol hasta que aparecía la luna yo estaba entre las olas jugando a ser pez, nadando, hundiéndome en libertad, volviéndome uno con el mar, formando parte de su inmensidad, haciéndome omnipresente. Dentro del agua me sentía feliz. Y así pasaron los años, nadando, jugando, riendo… viviendo.
A mis 22 años, la casa del lago seguía siendo mi lugar preferido en todo el mundo, y ese día no fue la excepción. Estando en la lancha con mis amigos parecía que todo era perfecto. Supongo que fue tanta mi alegría que se me subió a la cabeza hasta que me fui de lado, y caí. El agua me abrazó como siempre, me dio la bienvenida, me protegió de todo; hasta de ser visto por mis amigos que no notaron mi ausencia sino unos minutos después, unos kilómetros después, unos gritos después. Dieron vuelta y regresaron a buscarme, se sumergieron tratando de encontrarme, seguidos por los rescatistas al caer la noche, seguidos por la mañana y la desesperación, seguidos por una nota a las cuatro de la mañana en la televisión en la que narraban el día en que me convertí en agua.
Después estaban todos reunidos, muy formales, como en una fiesta; se abrazaban con tanta fuerza que se quedaban sin aire. Había música y hasta flores; pero no era una fiesta. Y yo desde esa caja cerrada me preguntaba si ellos lloraban porque querían que yo nadara como aquel día en que nací; tal vez sólo estaban intentando llenar mi pecera para que yo pudiera volver a jugar a ser pez.
El día que me volví agua, fue el ultimo de mi vida. Caí al lago y mi cuerpo apareció cuatro días después en la orilla, pero ese cuerpo estaba vacío, yo me quedé en el lago, nadando, jugando, sintiéndome niño otra vez; sin miedo, sin frío, sin nada.
Mi madre dice que nací nadando, y es que lloré tanto que parecía que había inundado la pequeña habitación del hospital. Al parecer hoy ustedes están intentando llenar mi pecera, y no sé cómo decirles, no sé cómo hacerles saber, que ya no necesito agua, pues ahora puedo volar.
22 de noviembre de 2015
No sé, ni quiero.
No sé mucho de amor, para ser honesta no sé mucho de nada, pero sé cuánto quema esa primera mirada, el cosquilleo en los labios cuando dice tu nombre, su pelo, su sonrisa, sus promesas… y nada.
Sé de amores que duran para toda la vida y se terminan en muertes tan apresuradas que parecen seguir vivas y las vemos pasar entre la gente; amores que se acaban en cuerpos que caminan.
No sé mucho de amores pero sé que no con decir adiós se terminan, que renacen en atardeceres, se visten de recuerdos y nos inundan, sé que de los amores los verdaderos siempre son los que más duran.
De adioses sé más de lo que quisiera saber, sé de adioses que se dicen en cajas con flores, de otros que se callan y se ocultan en orgullo, sé de adioses que se dan a besos y otros que son más complejos.
De adioses sé bastante, de amores no sé mucho, así me sigo sorprendiendo con los segundos y me mantengo de pie ante los primeros.
14 de noviembre de 2015
Cuando estuve muerta.
Pocas cosas he soñado como cuando soñé contigo, pocos sueños he tocado como cuando me tocaste. Casi nunca me he sentido tan viva como el momento en que llegaste… ni tan muerta como cuando te alejaste.
Fui un cadáver andante, vacía de besos, manos, palabras, labios, falta de tus ojos tan llenos de mí, temerosa de todo lo que me recordara a ti. Y me rompí.
Esos días no era más que un montón de cristales en el suelo brillando entre lágrimas y anhelos. Fui todo lo que me ha dolido, estuve de luto por nuestro amor perdido. Lloré lágrimas ocultas en sonrisas falsas, miré hacia arriba pensando en la caída. Anduve para tropezar, dejé de comer para alimentar mi fatalidad. Estuve sin estar.
¿Y sabes qué? Sobreviví. Aquí ya no vuelvas más.
10 de noviembre de 2015
Carta para una (ex) amiga.
Esta carta va para ti y espero que jamás la leas porque de cualquier modo ya es muy tarde.
La amistad es tan simple que sigo sin comprenderla, no es como el amor que hay que mantenerlo a diario, es más libre y juguetona.
Siempre he pensado que un verdadero amigo no es el que está en todas tus reuniones o que te llama todos los días para platicar, mucho menos el que solo está en las malas como periódico amarillista. Un verdadero amigo para mí es aquel que conoce a tu familia, que sabe por qué te gusta el café con dos tarroncitos de azúcar y reconoce tu cara cuando estás feliz, enojado o has llorado. Y sabe que no quieres que te abracen cuando tienes ganas de llorar. Un mejor amigo es a veces un hermano y como tal debe aceptar las peleas como parte de la rutina, tus peores caras -la de recién despierto y la de crudo- tus distancias y la necesidad de contar contigo.
Yo pensé que tú eras mi mejor amiga y, como tal, siempre voy a extrañar todo lo que tuvimos.
Yo pensé que tú eras mi mejor amiga y, como tal, siempre voy a extrañar todo lo que tuvimos.
Lástima que ya no seas quien solías ser conmigo.
Lástima que ya no seas quien solías ser.
Lástima que ya no seas quien solías ser.
7 de noviembre de 2015
Tengo todo y tengo nada.
Tengo un conflicto y tengo un amor en las orillas del mar que nace en mis ojos desde que tú no los miras. Tengo un vacío lleno de indecisiones, tengo una razón y tengo una vida de desamores. Tengo un cajón repleto de olvidos, una ventana abierta por la cual me fugo a veces, tengo dos pies y un suelo, tengo todos mis temores. Tengo miedo y tengo vida, tengo un par de alas destruidas. Tengo todo y tengo nada… tengo tanto y se me escapa.
5 de noviembre de 2015
Es como pequeños cocodrilos.
Me da miedo el amor porque todo en él me da miedo.
Me da miedo confiar en ti y que al final del cuento me pongas el cuerno y te marches muy contento con una mujer que no te ha amado ni lo piensa hacer, pero que te emociona como yo ya no lo hago porque tanto te he amado que ya simplemente no te inspiro a nada, no soy un reto nuevo, ya no soy nada.
Me da miedo entregarte mi sonrisa y construir recuerdos contigo, porque los recuerdos son como pequeños cocodrilos, al principio no sabes cómo van a ser, después rompen el cascarón y salen con sus grandes ojos y te miran tiernos e indefensos, y juegas con ellos, y los tomas entre tus manos, los acaricias, pero con el tiempo crecen y se vuelven extraños que ya ni te reconocen y te atacan al primer contacto. Los recuerdos pueden ser muy crueles.
Me da miedo crecer contigo y que para cuando los dos seamos un par de señores, tú seas un señorón que enamora nenas de la edad que ahora yo tengo, y yo solo sea una señora que hace mucho perdió su belleza y juventud.
Me da miedo el amor porque es muy bonito mientras vive, pero si se muere llega por las noches y te jala los pies. Me da miedo que te vuelvas mi casa y un día decidas irte y tenga que vivir debajo de un puente, cubriéndome de la lluvia con cajas y… me das miedo.
28 de octubre de 2015
Acá en el pueblo.
El valiente salió y no volvió, ya nadie se acuerda de él, una mujer llora y no sabe por qué. El silencio ya no visita, este es el reino del caos, el loco tiene corona y la combina con su disfraz. La felicidad se fue a la quiebra, pero acá olvidamos con ginebra.
Entre nosotros nos matamos, para tener algo que hacer, cuando no estamos estancados, nos gusta hacernos retorcer. Todos acá estamos bien.
27 de octubre de 2015
He soñado.

He soñado que entre beso y beso descubrías cada una de mis
curvas y cada constelación que habita en mi piel. He soñado que las yemas de
mis dedos se sabían de memoria el trayecto, y mi boca, cada sabor.
Y sonábamos al unísono.
He soñado que noche a noche y día a día desnudabas mi alma y conocías cada uno de los recovecos que nadie me había llenado. Soñé que me
desnudaba, y con saliva me curabas cada herida de bala que yo no disparé.
Soñé que éramos valientes y no dejábamos que los miedos ni
los cuentos evitaran que escribiéramos la historia más bonita que se ha escrito
jamás. Soñé que te quedabas.
Pero solo era eso: un sueño.
24 de octubre de 2015
Carta para un amor que sí fue.
Hola, ¿cómo estás? Pienso en ti a diario. Juré que no te lo iba a decir pero es que no se me ocurre otra cosa. Cierro los ojos y ahí estás, sueño y ahí estás, veo una flor silvestre que me recuerda a la que me regalaste aquel día sin ninguna razón, y ahí estás. Miro a una pareja de niños, tomados de la mano, y nos recuerdo juntos, y ahí estás. Vivo, y ahí estás. Eres como una dulce pesadilla, verás, te sigo amando y ya no estás. Y ya no estás desde hace tanto, y sin embargo estás.
¿Cuántos años fueron? No sé, ¡qué más da!, como si el amor se midiera en tiempos. Éramos unos niños jugando a amarse, y lo hicimos mal, nos amamos de verdad. Recuerdo tu cara en la mía, tu pelo, tu voz. Cuando te sueño estás igual, con tus ojos, me encanta que eran dos, con tu pelo, amo que era negro, con tu piel, tu barba a medias, tus pestañas, tus piernas, tus abrazos, todo tú. Cuando te sueño sufro un poco, porque solo es eso, un sueño. Cuando te sueño y despierto sufro porque ya no estás. Han pasado tantos años y sin embargo no te vas.
Te escribo porque no tengo mejor manera de besarte, te pienso porque es mi forma de amarte, te recuerdo para no olvidarte, y me marcho para no matarte.
Amor, querido amor, espero que tú estés bien. Amor, me despido, porque esto tiene que acabar.
Adiós.
Adiós, amor.
20 de octubre de 2015
Reflejos rotos en agua de lluvia.
En la fragilidad de su cuerpo caminó descalza hacia la ventana, se asomó en la tristeza y vio el reflejo roto de sí misma en el cristal. Vacía en la existencia de nada, se llenó de fallas, de batallas perdidas, de errores, de llanto, de espanto. Colmada de miedos y fantasmas, de horrores, de celos, coraje, y tropiezos malditos que la hacían sentir morir. Se asesinaba de a pocos, para que nadie lo notara, para no verlo ni ella. Se sumió en almohadas empapadas de lágrimas, se refugió en las palmas de sus manos, en el grito ahogado, en las noches largas que la ocultaban de su propia visión. La soledad se volvió su única acompañante, una extraña enemiga odiada a la que recurría a falta de todo. Odiaba su cuerpo, odiaba su voz, odiaba incluso el instante en que nació. Y mirando su reflejo brillante de lluvia, se sumergió en lo más grande que tenía, su temor, y se ahogó en él.
“Niña, no temas, niña no llores, niña no pienses, no temas, no te rompas, no te hundas, no te dejes, no te mates, no te vayas. Niña, yo te quiero. Quiero tu cara y tus manos, tu llanto y tus fallas, tus rodillas raspadas de tantas caídas, tu pelo, tu respiración, tu frustración, tus miedos, tus celos, tu fragilidad, tu reflejo en la ventana, tu existencia hecha añicos, tus rincones, tus vacíos, tus lamentos, lo violento de tus tiempos, tus razones. Niña, mira bien ese reflejo, los cristales cortan, pero cómo brillan. Niña, no tengas miedo, niña”. -Dijo la soledad al ver sufriendo a la niña. Y la tomó de la mano, y la sacó del vacío, y la salvó de sí misma y se fue. Y se quedó sola de nuevo. Y se fue.
13 de octubre de 2015
9 de octubre de 2015
¿Amor?
Y sabes que es amor cuando todos los errores de tu vida se vuelven perfectos, porque si no los hubieras cometido no estarías donde estás ahora…
y no lo hubieras conocido.
y no lo hubieras conocido.
30 de septiembre de 2015
Te sé de memoria.
Lo que sé de ti no es mucho, tal vez no sepa nada en realidad.
Pero sé que tú me das las sonrisas más bonitas, me llenas el mundo de color e incluso cuando llueve me dibujas un arcoíris. Sé que me arreglas el corazón, le regalas canciones de amor y a mi alma le das flores. Lo que sé de ti es que me haces querer quedarme para siempre en un lugar y dejar de huir, me ahuyentas los miedos, estoy segura que debajo de mi cama ya no hay monstruos.
Me sé de memoria tus manías, y tus sueños, nunca me contaste tus miedos pero me di cuenta que el único que me dejabas ver era que tenías miedo a perderme. También sé que las estrellas son más bonitas en tu espalda, tu risa es el paraíso y tus abrazos reparan almas, que prefiero tus besos a los dulces y que la vida peleando contigo es más perfecta que no pelear con nadie.
Lo que sé de ti es que te amo, y jamás lograré amar a alguien de esta manera, tanto y tan fuerte, porque a ti ya te sé de memoria.
Pero sé que tú me das las sonrisas más bonitas, me llenas el mundo de color e incluso cuando llueve me dibujas un arcoíris. Sé que me arreglas el corazón, le regalas canciones de amor y a mi alma le das flores. Lo que sé de ti es que me haces querer quedarme para siempre en un lugar y dejar de huir, me ahuyentas los miedos, estoy segura que debajo de mi cama ya no hay monstruos.
Me sé de memoria tus manías, y tus sueños, nunca me contaste tus miedos pero me di cuenta que el único que me dejabas ver era que tenías miedo a perderme. También sé que las estrellas son más bonitas en tu espalda, tu risa es el paraíso y tus abrazos reparan almas, que prefiero tus besos a los dulces y que la vida peleando contigo es más perfecta que no pelear con nadie.
Lo que sé de ti es que te amo, y jamás lograré amar a alguien de esta manera, tanto y tan fuerte, porque a ti ya te sé de memoria.
26 de septiembre de 2015
Si lo hubiese sabido...
Hoy resulta que abro los ojos cada mañana y no han llorado, mis manos están limpias de caricias extrañadas, mi ventana no es pretexto para huir entre suspiros a tu boca, y en mis días ya no faltas.
No tengo absolutamente nada de lo que quise, no te tengo a ti ni a tus ojos, ni tu cuerpo en mi cama, ni vivo en tu casa, ni dependo de tus ganas. No tengo nada de lo que quería tener cuando creía que te querría para el resto de mi vida.
Tengo un montón de cosas que jamás soñé, tengo una sonrisa enorme que se forma en su cara cada vez que me ve, tengo sus brazos que se han vuelto mi almohada favorita al punto de contracturarle el hombro, tengo sus ganas, su sueño en mi cama, y una ventana que miramos juntos cada mañana. También tengo un gato, y no me falta nada.
Tengo una voz horrible con la que canto cuando él baila, tengo el pelo despeinado de alegrarme con tantas ganas, tengo un montón de vestidos para presumir mis piernas flacas, las mismas con las que camino a donde me dé la gana.
Tengo un montón de cosas desde que no te tengo a ti.
No tengo absolutamente nada de lo que quise, no te tengo a ti ni a tus ojos, ni tu cuerpo en mi cama, ni vivo en tu casa, ni dependo de tus ganas. No tengo nada de lo que quería tener cuando creía que te querría para el resto de mi vida.
Tengo un montón de cosas que jamás soñé, tengo una sonrisa enorme que se forma en su cara cada vez que me ve, tengo sus brazos que se han vuelto mi almohada favorita al punto de contracturarle el hombro, tengo sus ganas, su sueño en mi cama, y una ventana que miramos juntos cada mañana. También tengo un gato, y no me falta nada.
Tengo una voz horrible con la que canto cuando él baila, tengo el pelo despeinado de alegrarme con tantas ganas, tengo un montón de vestidos para presumir mis piernas flacas, las mismas con las que camino a donde me dé la gana.
Tengo un montón de cosas desde que no te tengo a ti.
24 de septiembre de 2015
Se me da peor mentir que escribir.
Un "o lo escribo o se pudre dentro" en mi cabeza constante. Y siempre acabo vomitando cosas sin sentido, en verso sin métrica ni rima, porque poesía eres tú y no los versos de Neruda.
Si pudieras leer mi mente con la misma claridad que ves el miedo en mis ojos, mandarías a tomar por culo todos esos libros de García Lorca.
Mira en lo que me he convertido. Soy una puta suicida que dispara te quieros y se pone en medio para que no duelan tanto. Sigo sin superar mi miedo a la vida; sin tener el valor suficiente para ponerle color a todos mis dibujos, y lo que es peor... sigo sin firmarlos con mi nombre porque los siento más tuyos que míos.
Eres mi puta inspiración: Si decides volver ten presente que a base de arte podríamos hacer de este mundo un lugar más bonito dónde querer quedarnos a morir —juntos—.
4 de septiembre de 2015
Devuélveme la vida.
Y de pronto es demasiado tarde para asomarte por la ventana hasta tocar el suelo desde un quinto piso mientras lo miras a los ojos borracha y prometes que lo vas a amar para siempre. Así sin avisar ya no es de noche y las estrellas ya no están. Así como si nada ya no puedes volar, ya no puedes gritar… y ni tienes ganas. Todo tiempo pasado fue mejor y tú ni lo sabías. Así como si todo fuera en vano las sonrisas son recuerdos, las manos están gastadas, las ganas agotadas y los ojos secos. Así, sin más, ya no hay nada.
Quiero caminar por un túnel de regreso a los días en los que no sabía todo lo que el sol valía, quiero regresar a los pasos que llevaban a la nada, a la lluvia en mi pelo, a todas las mañanas que no terminaban y a los errores que acababan en alguna cama. Quiero regresar a la llamarada de conflictos que te hacen reír mientras te arrancas la cara en llanto de tanto. Detenerme en medio del torbellino y saber que estoy ahí, sintiendo todo lo que nunca más he de vivir.
29 de agosto de 2015
Ella es la única por la que todavía maldigo.
En cualquier momento mi corazón dejará de latir. Estoy
conectado a esta máquina que lleva el aire hasta mis pulmones, y sin ella no estaría a punto de contarles
esta historia.
Los médicos lo han dicho, sólo es cuestión de horas. Espero
que Gabriela me comprenda, tan solo esta vez, y la busque. Quiero verla antes
de partir. Ni siquiera sé si todavía vive en este maldito país. Ella es la única por la que todavía
maldigo.
Todo empezó un veintinueve de agosto. Fue la primera vez que
aceptó salir conmigo. Nunca había salido con una niña tan bonita. Una niña,
digo, siempre ha sido mi niña y siempre ha sido tan mayor…
Aquella primera cita la llevé al cine. Una vez me contó que
sólo le gustaba el cine independiente, así que la llevé a ver una película
francesa. La llevé, digo, porque no pude ver la película. Estaba tan nervioso
porque estaba con ella que no podía concentrarme en más nada.
Al salir de la función me confesó que le gustaba. Como si
fuese necesario aclararlo, nunca hubiese salido con alguien como yo si no le
hubiese gustado al menos un poquito. La agarré de la mano. Esa noche no nos
dimos ni un besito.
El catorce de septiembre fuimos a cenar. Le había llevado un
ramo de flores amarillas a su trabajo en la mañana, y se había puesto roja como
un tomate. Una vez me contó que le gustaba mucho la comida japonesa, así que la
llevé a un restaurante japonés.
Al llegar a la entrada de su edificio, esa noche, después de
haber ido a cenar a aquél restaurante, nos besamos. Me sentí volar:
ella era la mujer más maravillosa que había conocido. Que he conocido. Yo era sólo un niño y su
simple presencia me hacía feliz.
El veintidós de septiembre le pedí que fuese mi novia. Fui a
su casa con películas extrañas, como ella. Llevé chocolates, muchos, porque no
sabía cuál era su favorito. Me arrodillé porque si no llegábamos al matrimonio,
al menos, le habría pedido que fuese mi novia como ella lo merecía, y le pedí
que fuese mi novia. Me dijo que sí.
Disculpen, la maquina me ha traído a la realidad. Les estoy
contando mi único verdadero amor, y la muerte está impaciente por llevarme con
ella. Yo creo que me ha matado el cigarro, y no las drogas ni el alcohol como
siempre decía mi mamá. Es una lástima que nunca nos hayamos entendido.
Pasé con esa mujer ocho maravillosos meses. Ocho meses
cargados de locura, de pasión, de amor, de amistad. Siempre fuimos dos niños
cuando estábamos juntos. Pero las noches de sexo fueron las mejores. Todavía lo
siguen siendo, al menos en mis recuerdos.
Después todo terminó muy deprisa. Fui yo quien la dejó. Nos
hacíamos daño sin saberlo, ella casi no comía, sólo lloraba. La dejé. No volví
a mirar atrás.
Me he quedado callado, la verdad es que les he mentido. Todo
empezó antes de ese día de agosto. Mucho antes. Todo comenzó tres años antes de
aquella noche de cine: Un día estábamos en el colegio, era la hora del receso y
yo estaba sentado junto a su hermana. Ella
se acercó y le pidió algo de dinero prestado. Su belleza me dejó sin habla
apenas la vi, sé que tartamudeé algunas palabras sin sentido. Ella dijo que era un niño tierno. Fue en
ese momento cuando caí en su hechizo.
Los tres años subsiguientes hice todo lo que pude para que
me notara. Fuimos amigos. La cuidé de algunos hijos de puta que la hicieron
llorar. Fui su hombro cuando inevitablemente algún cabrón le rompía el corazón.
Fui su mejor amigo, y ella la mía. Me
costó tanto salir de esa zona de amistad. Friendzone
le decían en aquél momento.
Seis arduos meses de incesable trabajo hasta que aceptó
salir conmigo aquella noche al cine. Las mujeres creen que haciéndose las duras
nos enamoran, y yo creo que esta mujer conmigo lo logró. Pero fue la única. Ella es la única.
Después de que terminamos tardamos cuatro meses en volver a
vernos. Fue ella quien me llamó, yo nunca hubiese podido volver para molestar
todo aquello que ella había logrado construir sin mí. La quería demasiado para
eso. Le dije que la amaba, pero no podía estar con ella. Se fue, recuerdo que
todavía tenía lágrimas en los ojos.
Dos meses después volví a verla. Le dije que la amaba, pero
no podía estar con ella. Ocho meses después la llamé. Nos vimos. Me dijo que ya
no sentía lo mismo. Fue entonces cuando comencé a salir con Gabriela, mi
esposa. A veces la veía a ella, una
vez le dije que quería dejar a Gabriela para estar de nuevo con ella. Me dijo
que aunque no estaba con nadie, no quería volver a esa relación tortuosa.
A pesar de que nos volvimos a ver esporádicamente, más nunca
intenté volver a estar con ella. Le envié la invitación a mi boda, pero no fue.
No sé si se casó. No sé si tuvo hijos. No sé dónde vive. No sé si volvió a ser tan feliz como lo fuimos nosotros. Pero no he dejado de pensar en ella ni un maldito día. Aun cuando
duermo con Gabriela, pienso en ella.
Me da vergüenza. Ella es la única por
la que todavía maldigo.
Quiero volver a verla, necesito volver a verla y
decirle de una maldita vez que nunca he dejado de amarla. Ella tiene el arte tatuado en la cara, y si volviésemos a nacer
podríamos construir con su arte un mundo donde quedarnos a vivir y morir
juntos. Ella es la única por la que
todavía maldigo.
21 de agosto de 2015
Nada de nada.
No tengo idea de qué es el amor, ni siquiera sé si lo he encontrado: no sé llorar sin gritar ni hablar de mis miedos, nunca he seguido mis sueños y no tengo dueño.
Me gustan las jaulas porque me hacen sentir segura, no tengo idea de a dónde voy ni de si voy contigo; no tengo amigos y odio fingir la sonrisa.
Quiero huir de mi propia vida.
Me gustan las jaulas porque me hacen sentir segura, no tengo idea de a dónde voy ni de si voy contigo; no tengo amigos y odio fingir la sonrisa.
Quiero huir de mi propia vida.
19 de agosto de 2015
Te toca a ti.
Si tuviera el valor suficiente para seguir,
decidiría abandonar.
Si tuviera fuerzas para ir hacia delante,
iría hacia atrás.
Justo a donde tú estás. Para contarte que puedo, pero no quiero.
Si tuviera ganas de sonreír,
no dejaría de llorar.
Si pudiera correr,
me quedaría parada.
Como quien espera con la herida abierta y la botella de ron en la mano.
Mírame. Ambos sabemos que en el fondo no es tan simple como distinguir el deber del poder, el bien del mal. No se trata de distinguir lo que harías tú, que vives tu vida, de lo que haría yo, que busco la mía en ajenas.
10 de agosto de 2015
El odio como nuestro accesorio preferido.
Dura un segundo y nos la gastamos en odio, dura tan poco y la vivimos perdidos, nos alejamos de todo, hasta de nosotros mismos, nos da miedo el dolor porque nos hace sentir frío. Dura un suspiro y nunca hacemos nada, tenemos una colección de recuerdos sin sentido: odiamos, sufrimos, envidiamos, matamos, no sonreímos. Tachamos a los extraños de insensibles, presumidos, egoístas, sin darnos cuenta que criticarlos nos hace iguales o peores. La gorda no adelgaza, el flaco es alcohólico, esa otra se abrió el cuerpo para llenarlo de plástico, y aquel golpea a su novia, nadie está conforme consigo mismo. ¿Acaso nacimos todos para odiarnos? ¿O solo lo hemos aprendido? Somos armas para matarnos a nosotros mismos.
2 de agosto de 2015
Hoy se fue Aurora
Hoy muere Aurora, mi mamá, una gran mujer reducida a cuatro huesecillos en los últimos años. Una mujer que solo supo vivir para trabajar por su familia y los demás. Amó mucho a mi papá, a sus hijas y sus nietos...
Siempre recordaré, con agua en la boca, los deliciosos canelones que nos preparaba cada 25 de diciembre, con una sazón en la cocina que parece heredamos mi hija y yo.
Casi alcanza los 100 años —1915, 1916 o 1917: qué importa, nunca lo sabremos—, casi llena el cupón completo.
Era viuda y estaba harta de vivir, ¿cómo juzgarla? - fue la niña menor de cinco huérfanos de padre, dejó su infancia en la pobreza del Barrio Gótico de Barcelona y su juventud en la Guerra Civil Española, donde aprendió a ser dadora como enfermera de La Cruz Roja. En su treintena, siguiendo al aventurero de mi padre, cruzó el charco y se vino a las Américas con su única hija para aquel entonces. Aquí, en Venezuela, echó raíces, tuvo dos hijas mas y cuatro nietos, y enterró a mi papá, hace casi treinta años.
Desde la guerra, o quizás desde mucho antes, no lo sé, dedicó su vida a la enfermería, a ayudar y cuidar a los otros, hasta que finalmente se jubiló en Venezuela. Fue enfermera, costurera, cocinera, jardinera, parecía casi médico y siempre nos cuidaba a todos. Todo lo que tocaba lo convertía en magia.
Nunca dejó espacio para las risas y sin más remedio su carácter se fue agrietando con los daños y con los años… y aun así es la abuela más consentidora que he conocido, de esas que siempre preparan tu plato favorito solamente para ti. Conmigo siempre fue especial, su chichita, aunque fui la mas rebelde de las tres.
Siempre fue dura como un témpano, tanto para las cosas buenas como para las cosas malas. En todos estos años la vi poco sonreír y mucho trabajar, pero a pesar de todos los hechos que la acontecieron, estuvo en el mundo de los vivos más años de los que muchos de nosotros ha vivido o vivirá jamás. Tuvimos la dicha de que fueras parte de nosotras, y sabemos que siempre hiciste lo mejor que sabías por tu familia.
Te moriste durmiendo el sueño de los justos, totalmente en paz por haber llevado una vida con ética y moral: nada te perturbó.
Mi hija y yo te queremos mucho, y tú nos quisiste muchísimo. Inmensamente. Nuestro corazón solo guarda espacio para los momentos bonitos que compartimos, aunque en los laberintos del cerebro los sentimientos básicos se entrecruzan en cada recuerdo.
Te recuerdo en mi infancia, en mi rebelde adolescencia, en tu forma abrumadora de protegerme, cuando te jubilaste y enfermaste, cuando me fui de casa, cuando me mude una y otra vez de continente, cuando te hice abuela y como extendiste hacia mi hija el amor que me tenías. Estoy llena de recuerdos gratos, y los no tan gratos se fueron en su momento al olvido.
Como dice Edgar Allan Poe, vivirás en mi cabeza, en nuestras cabezas, y en las cabezas de los hijos de nuestros hijos mientras sigamos echando todos los cuentos que viviste, creaste, recreaste y contaste a lo largo de tu vida.
Con mucho amor, escrito y reescrito entre mi mamá y yo.
26 de julio de 2015
No te prometo el cielo por mi vértigo.
Vas y me llamas “cielo” como si estuviese a su altura; o lo que queda aún más lejos, a la tuya. Mis ganas quieren perderse con las tuyas, jugar a hacernos daño, con los ojos cerrados y la distancia de por medio, gritándonos que somos idiotas por querer evitar lo inevitable.
A veces hace falta leer según qué para seguir adelante, para subir la intensidad. Es que conozco palabras que todavía no he podido mostrarte, mientras tú sabes de la existencia de palabras que todavía no has tenido la valentía de decirme. Tengo la tendencia de creer que nunca has acabado de mirar en mí, y por eso sigo mostrándote que puedo demostrarte lo que quieras.
Te quiero, te quiero hasta borracha, hasta cuando insinúas que podría ser una gran hija de puta contigo y hacerte daño. Incluso doliéndome te quiero. Te quise cuando le dije que "no" a unos tantos mientras tú te tirabas a unas tontas. Te quise hasta cuando lo callaba, te quise hasta cuando lo negaba.
He sacado mi hija de puta interior a bailar esas canciones tan absurdas que te gustan para que no te atrevas a pisarme. Y míranos, yo acercándome a ti de puntillas para no despertar nada y tú hablándome de un futuro precioso. Cada vez que te sueño te siento más lejos de mi cama, de mí, de lo que un día prometió tu boca.
Mira, no puedo, no me sale. No sé cómo encontrar las palabras adecuadas para que ese ojo tuyo de la nuca, ese que te dice “vigila” se cierre para que tú te abras. Valora que te he regalado mis buenos días estando en los peores, que aunque me muera de ganas de llorar cuando te veo se me olvida toda esa mierda. No sabes la de veces que te he escrito con lágrimas en los ojos y los nudillos sangrando, no te las imaginas.
Tampoco te imaginas como te echo de menos, como me lo callo por miedo a tu respuesta…
Cariño, nos hemos metido en un camino que desconocemos y empieza a oler mal, pero seguimos adelante como dos ciegos a los que no les importa. Nos miramos fijamente y sonreímos mientras en la cabeza tenemos un “no” constante.
Una de dos: o vas a levantarme de todas las caídas que vendrán o vas a dolerme más que ninguna.
Una de dos: o vas a levantarme de todas las caídas que vendrán o vas a dolerme más que ninguna.
Tú decides, amor, ¿vas hacerme más cabrona o más mujer?
23 de julio de 2015
Nota.
En una relación debes aceptar a la otra persona tal cual es,
no sólo las partes que resultan fáciles.
no sólo las partes que resultan fáciles.
Por supuesto que serás un estúpido si le das la espalda
a algo tan importante como el amor.
a algo tan importante como el amor.
21 de julio de 2015
Pero siempre más de ti.
Me mataba a besos y me enterraba bajo las sábanas para poder bailar sobre mi tumba justo en el momento exacto en el que acaba la canción.
Vamos a querernos, me dice, con un "fóllame" en los ojos. Vamos a querernos bien, sin prisas, con lo puesto; con lo que nos falta por arrancarnos. Sin pausas. Y en voz alta.
Podríamos seguir dando pasos, esta vez espero que sean en cierto. Podríamos mandar a la mierda las pausas y las pautas; hacer las cosas mal, para poder hacernos bien.
Me das miedo, me das vértigo... Me he perdido en tu vacío y no quiero encontrarme; todavía no.
Sigo intentando entender por qué todas mis declaraciones de amor suenan a despedida... Nadie ha dicho que despedirse sea sinónimo de olvidarse.
No te vayas todavía, que tengo para un roto más.
Y miles de hojas en blanco deseando dejar de serlo para llevarse un poco de ti, de nosotros.
Y miles de hojas en blanco deseando dejar de serlo para llevarse un poco de ti, de nosotros.