Avanzas, saludas a unos y otros y tu entusiasmo cambia según la persona, pero claro que estás muy emocionada.
Te sorprende la emoción con la que te reciben esas personas, todos te saludan y dicen lo mismo "¡Que grande estás, ya eres toda una mujersita!" y luego añaden "¿Esta vez sí te quedarás o te volverás a ir?". Notas un tono en su voz al formular aquella pregunta que denota que esperan que digas que te quedarás y no los volverás a dejar... Pero no es así, otra vez no es así.
Es claro que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que los viste. Todos han cambiado. Tanto tú como ellos. En dos años la gente crece, se envejece, engorda o adelgaza. Pero la escencia de cada uno de nosotros es la misma y eso es lo que importa.
De nuevo estás en ese edificio, esas cuatro paredes donde dejaste atrapados tantos recuerdos. Han hecho algunos cambios, pero para ti todo ese lugar significa lo mismo: inmensa felicidad. Y la sensación de estar ahí y poder compartir ese momento con todos ellos lo demuestra.
Te despides, es hora de irte y les prometes regresar a verlos antes de irte.. Tienes ganas de contarle tantas cosas, cosas que mucha gente no entendería ¿cómo compartes así tu vida con tus profesores?, pero es que para ti fueron mucho más que profesores. Aprendiste tanto de ellos y compartieron tantas cosas... Sé que suena extraño, pues ni yo misma soy capaz de explicarlo.
Sales del aquel edificio, estás contenta de haberlos visto pues te hacía falta. Sentir que tú significabas tanto para ellos, como ellos para ti.. Esa sensación es magnífica.
Quizás es cierto lo que te decían, y no eres una chica convencional. Dejas que tu mente se libere antes de empezar a caminar y te invadan los recuerdos.. Le das la espalda empezando a caminar hacia tu casa, y empiezas a llorar.
No sabes por qué, pero lloras y te invade la impotencia de no poderte quedar y la nostalgia de dejar tantas cosas, momentos, pasaste seis años de tu vida allí, y probablemente fueron los más importantes, los que definieron tu esencia.
La nostalgia no te deja en paz y lloras y lloras sin parar. Pero sabes que tienes que dejar eso atrás y regresar al lugar de donde vienes. Todo estará bien, estás acostumbrada a los cambios y lo superarás.
En ese momento comprendes que no es la ciudad lo que te pide que te quedes, son esas personas y ese lugar los que amarran tu corazón y los que hacen que este viaje valga la pena.
“Nunca pensé que llegaría, nunca creí en ese momento,
te cambia la vida, sin que tengas nada para seguirla.
Te cambia y no piensas, en lo que te olvidas.
Y te despiertas un buen día, lo ves todo al revés,
miras atrás ves tu camino, el que hicieron tus pies..
Y mandas besos para todos los que volverás a ver,
tantos recuerdos enlatados en fotos de carné,
en lágrimas de ayer,
en todos los momentos que a tu lado yo esperé.
en todos los momentos que a tu lado yo esperé.
Que cuando me vaya no caiga una lágrima por mí,
que sólo quede la amistad.. Tantos sueños que recordar...
Que cuando me vaya y coja ese tren una vez más,
y ya no entre por mi ventana ese dulce olor a sal..
Que cuando me vaya de aquí, de mi tierra, de mi gente.
De mi tierra, la que me vió nacer, la que me vió crecer,
la que me vió ganar y me enseñó a perder.”
la que me vió ganar y me enseñó a perder.”
Cuando me vaya, Melocos.
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