Aprendiendo a caminar.
Primero el miedo a dar un paso, caer, correr, aprender a
caminar
y esperar a que deje de dar miedo.
Después otros temores más
razonables nos acechan:
el miedo a la obscuridad, a la muerte de tus
padres cuando descubres que no son inmortales, la preocupación de que el
sol no salga mañana o a que salga y te ataque en la terrible resaca que
tal vez termine por matarte, el temor al monstruo en el closet.
El miedo
al miedo.
Todo esto lo he vencido,
aprendí a andar en bicicleta (sin
las rueditas de seguridad),
a bailar sin pena, a gritar, llorar,
cocinar.
Ya no me dan temor las alturas, soporto ir al dentista, ya no
me da pavor la muerte;
lo he logrado afrontar todo… y sin embargo sigo
sin poder vencer el miedo
a no tenerte.
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