Nadie habla ya de Benedetti cuando es verano, se olvidan de Neruda si no es primavera. Pero yo quiero seguir haciendo contigo lo que la primavera hace con los cerezos y quiero que nos busquemos a besos y mordiscos, que la distancia se mida en piel contra piel o en manzanas mordidas.
Quiero pecados compartidos, cicatrices que fueron heridas y han sido curadas con saliva, quiero llevarte clavado en el cuello y que mi clavícula pida a gritos uno más de tus besos. Ahogarme en toda esa mierda que algunos llaman amor, y necesito quedarme sin oxigeno debajo de una almohada que no sea la mía.
Vamos a hacer de esto París, Madrid, Barcelona y los suburbios de Londres para hacer de estas sábanas un universo paralelo.
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