10 de mayo de 2012

Autodestrucción.

A veces me vuelvo lluvia, relampagueo y destruyo todo lo que esté cerca mío.
A veces, como hoy, me parto en mil pedacitos y me siento a contemplar mi autodestrucción.
A veces me dejo morir, solo para sentirme viva. Me ahogo en mi llanto, respiro mi vacío, dejo que mis miedos me corroan y me siento a contemplar mi autodestrucción.
Me siento viva cuando me dejo morir, porque para morir primero debes estar vivo. Aunque a veces creo que no lo estoy.
Estoy yo sola, con mis contradicciones, mis malas decisiones, mis miedos, mis ironías y mi mal humor.
Muero, bailo con la nostalgia de lo que pude haber sido, el vacío de lo que pude haber vivido, la soledad de mi huida y mi mal humor. Ese humor que nunca me abandona, ese que causa las nubes grises, esas nubes que anuncia la llegada de la lluvia. Vuelo hacía la nada, hacía mi vida perdida. Vuelo sin alas, sin aire, sin ganas, sin nada, sin ti y hasta puede que sin mí.
A veces, como hoy, lluevo.

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