Era una mujer que cometía
errores, que a veces lloraba un lunes por la mañana o por la noche en la cama.
Era una mujer que a menudo se aburría de su vida y le costaba mucho levantarse
para ir a trabajar. Era una mujer que con frecuencia tenía un mal día, se
miraba al espejo y se preguntaba por qué no iba más a menudo al gimnasio. Era
una mujer que a veces detestaba su profesión y se cuestionaba por qué razón
tenía que vivir en este planeta. Era, en fin, una mujer que a veces entendía
mal las cosas.
Por otra parte, también era una
mujer con un millón de recuerdos felices, que conocía el significado del amor
verdadero y que estaba dispuesta a gozar de la vida, del amor y a crear nuevos
recuerdos. Tanto si tardaba diez meses como diez años, ella obedecería el
mensaje de él. Fuera lo que fuese lo que le aguardaba, sabía que abriría su
corazón y lo seguiría allí donde éste la llevara.
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