16 de diciembre de 2014

Ella: menos que ninguna.

No podrá quererle como le quería yo, no podrá adorarle de ese modo. No sabrá advertir hasta el menor de sus más dulces movimientos. Es como si sólo a mí se me hubiese concedido la facultad de apreciar el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos. Lastimosamente, nadie más se divertirá con esos tiernos caprichos.

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