30 de diciembre de 2011

Todavía quedan 30 horas para que se acabe el año.

Hoy es el último viernes del año. Estamos a horas de que el 2011 se acabe. No es un año menos de vida, es un año más lleno de recuerdos para nuestra historia.
Dentro de poco ya todo esto, este año, será parte de nuestro pasado. Seguro habrán muchísimas cosas y momentos que no podrás olvidar. Recuerdos que te perseguirán por siempre. Cosas buenas y malas que hicieron este año inolvidable. Cosas buenas y malas que te marcaron. Conversaciones, fechas, momentos.. Simplemente recuerdos.
Si hay alguna meta que aun no hayas cumplido, aun tienes 30 horas para llevarla a cabo. Si te enamoraste y no se lo dijiste, ¿qué más estás esperando? No importa si eres hombre o mujer, si eres heterosexual, homosexual o bisexual, qué más da lo que la gente piense, que importa si esa persona te rechaza. Lo único importante es que tú lo intentaste, y estarás más cerca de haberlo logrado que si nunca lo hubieses hecho.
El año va a terminar, ¿peleaste con alguien? Hagan las paces. De rencores no vas a vivir, el odio no te llevará a ningún lado.
Se está acabando el año, proponte metas para el año que viene y esfuérzate por cumplirlas. Pasa tiempo con tu familia, con tus amigos. Dile a las personas que amas cuanto las valoras, porque nunca sabrás cuando tiempo más van a estar aquí, en la Tierra, contigo.
Cumple tus sueños, lucha por ellos.
Nada es imposible, puede ser improbable, pero mientras exista una pequeña probabilidad, por más mínima que sea de que eso pase, quizás un 0,1% o peor aun un 0,001% de que ocurra.. Entonces, aun es posible.
No importa que tan bueno o que tan malo haya sido tu 2011, yo sé al igual que tú que puedes crear un 2012 aun mejor.

9 de diciembre de 2011

Llega un momento en tu vida...

Llega un momento en tu vida, en el cual todas las cosas empiezan a tener un sentido específico. Las críticas de los demás ya no te importan, pues tú sabes verdaderamente quién eres. 

Llega un momento en tu vida, donde salir un sábado y amanecer bailando y riendo con tus amigas es todo lo que necesitas después de una semana llena de exámenes y de cosas que a ciencia cierta, no valen la pena. 

En ese momento de tu vida, es cuando te das cuenta que creciste, que estás madurando, y que aun te faltan muchas cosas por vivir. Sabes que aun te esperan muchos errores por cometer, pero esta vez será distinto porque sabes que has aprendido a levantarte mejor, más rápido y más fuerte que antes. Porque cada vez eres más fuerte. Ya sabes que la gente te decepcionará cuando menos te lo esperes, pero es que, al final, siempre estás esperando que lo hagan. Estás acostumbrada ya a la hipocresía y a la doble sonrisa de la sociedad. 

En ese momento de tu vida, en el que ya has aprendido a vivir con todo esto, aprendes a no asustarte, a no ilusionarte, a esperar un poquito menos de las personas que te rodean. Aprendes que nadie es perfecto, aunque todos intentan aparentar serlo. Vas entendiendo mejor como son todas las cosas...

Pero un día cualquiera, sales a la calle, como sales todos los días. Es un día más de tantos, un día normal. Quizás y esté lloviendo, o haga sol. Tal vez estés con tu mejor amiga, o con otra que no es tan cercana a ti. Puede que estés escuchando música, que te hayas maquillado, o ni te hayas querido peinar. Quizá te vestiste con tu camisa favorita, o puede que estés con uniforme. Pero al fin y al cabo, es un día normal. Haces las cosas como de costumbre, sigues tu rutina como cada día, pero en este día te vas a encontrar a alguien o a algo, y las cosas cambiarán un poquito, y en ese momento dejará de ser un día tan normal. 

No es primera vez que te pasa, pero ¿qué más da? ¿Crees que no volverás a cometer el mismo error? Aparecerá alguien en tu vida y volverás al mismo ciclo. Volverás a las conversaciones hasta las tantas, y a pensar que es lo más maravilloso del mundo. Volverás a hacer garabatos con su nombre y corazones al final del cuaderno. Dirás que es especial, que es diferente, que es el indicado y que no te hará daño. Creerás todas sus palabras. Te ilusionarás e imaginarás una historia juntos. Y poco a poco hará que lo empieces a querer. Acumularás millones de recuerdos maravillosos que nunca más querrás olvidar. ¿Y después de eso? ¿Qué viene? Discutirán, pelearán. ¿Y luego? Te prometerá cosas, cosas que tanto tú como él saben que no va a cumplir. Pero los dos se quedarán satisfechos: él porque no tendrá que seguir discutiendo, y tú te ganas unas palabras bonitas y más ilusiones, cosas que él seguramente se conoce mejor que la tabla periódica. 

Y luego te darás cuenta que has sido una tonta. Otra vez más. Y te molestarás contigo, y te insultarás porque sabes que es culpa tuya y no de él que esto haya ocurrido de nuevo. Y probablemente llores un ratito más. Y aquí regresamos al principio. Es ese momento en tu vida en el que ves las cosas con mayor claridad. Te das cuenta que ya no eres una niña. Ya sabes que estas cosas no son el fin del mundo. De amor nadie se ha muerto, y tú no serás la primera. También sabes que él no es el único del mundo. Sabes muchas cosas que antes no sabías. Pero sobre todo, sabes que si sigues creyendo sus mentiras llegarás a un punto sin retorno, del que no podrás salir. Y a pesar de que sabes todo eso, y otras cosas más, como siempre no sabes qué hacer. Irónico. 

Pero es que existen dos grupos de personas. 

El primer grupo se dará cuenta de todo esto, pero cerrarán los ojos y lo dejarán pasar. Seguirán luchando por esta relación, lo darán todo por una persona que no daría ni la mitad por ella, pues está muy ocupado dándole esa mitad a alguien más. Mentirá, engañará, jugará y cuando esté aburrido ya, la dejará. 

El otro grupo de personas son las enamoradas de la idea de amor y la relación perfecta. Las que están dispuestas a darlo todo para recibir aun más. Las que sufren cuando ven el veneno que inunda la sociedad, y las promesas falsas entre las que se envuelven las parejas. Las que sufren al ver que un beso vale más que una historia real. Las que sufren al ver a otras mujeres de su edad perder la dignidad en una fiesta. Las que quieren cartas con corazones. Las que quieren una caja de bombones. Las que esperan a que les abran la puerta, y le paguen la entrada al cine. Las que quieren un ramo de flores y una carta bonita el 14 de febrero. Las que sueñan con una vida llena de detalles. Las que al encontrarse a un tipo así, y aun sabiendo que sufrirán un poco, se detienen, se llenan de valor y dejan escapar al motivo de su felicidad porque saben que una felicidad de mentiras les causará un dolor mayor al final. 

Y ustedes se preguntan ¿por qué no luchan?, y yo les contestaré que han luchado, lucharon tantas veces en la vida, que ya no son capaces de seguir. Pelearon y perdieron tantas veces, que aprendieron que si dejan ir a alguien y no vuelve es porque no las merecía. Aprendieron que si les mienten una vez, lo harán todas y cada una de las veces que puedan. Aprendieron que, simplemente no lo van a poder cambiar. Ellas desearon tantas veces que ese hombre sí fuese el amor de su vida, y ahora se encuentran perdidas. 

Tienen miedo, yo tengo miedo. Tenemos miedo. Pero no por ello me voy a detener. No por miedo dejaré de intentarlo. No por miedo voy a dejar de creer que ahí afuera, entre cientos y miles de fracasos, está él esperándome. Sé que en algún lugar está esperándome, buscándome entre cientos de sus propios fracasos. Sé que me espera con una sonrisa. Porque no sé cómo te llamas, y tampoco sé qué aspecto tienes, pero te quiero. Te quiero y sé que te voy a encontrar, así me cueste cien decepciones más, no dejaré de intentarlo. Hoy sé que intentarlo, por ti, vale la pena.