Ahora que el silencio me rodea y no hay nadie al llegar a casa y las flores del jardín se deshojan llenándolo todo de pétalos, como si los pétalos fueran lágrimas.
Ahora que imagino ser una rama antes de caer, o el último rayo de sol del día, penetrando por las cortinas de un cuarto deshabitado que huele a ruina.
Ahora que me olvido de quien soy, que la habitación huele a romero, que las lágrimas huelen a romero, que mi piel es un desierto.
Ahora que la distancia sabe a rutina y tus manos no juegan a destaparme el alma y esta ciudad es un jodido desierto, llena de personas sin alma y teléfonos móviles que llaman, que corren, que ríen y huelen a alcohol,
y a ruina.
Como yo.
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