26 de septiembre de 2016

Feliz no-cumpleaños.

Hoy cumples años y no sé qué regalarte. Ni siquiera sé si te gusta cumplir años y recibir regalos. Ni siquiera sé cómo felicitarte. 

Vamos a pretender que hoy no es hoy, sino que es un día cualquiera. En este día cualquiera no te voy a dar regalos, ¡ni que fuera tu cumpleaños!, pero ven, vamos a caminar bajo la lluvia imaginaria con tu paraguas rojo y el mío amarillo, 

¿Ya viste eso? ¡ES UN BÚHO! ¡Cuidado!, creo que te quiere comer (ahora somos gusanos). Te diría que corras, pero somos gusanos, hazte el muerto. 

¡Fiuf, ya somos humanos otra vez! 

Mira, no sé como decirte esto sin sonar cursi, pero me caes muy bien. Está muy bonito tu pelo, y me caes muy bien. Me alegra que hagas cosas como las que haces, que sepas de letras, de libros, de canciones, de colores, de risas y llanto. Me gusta que sabes tanto. Me parece increíble que tengas tantas raíces, que las cuides y protejas; me gustan tus ojos y tus orejas. 

Sé que a veces te entristecen cosas, sé que a veces te sientes solo, pero me gusta que aún así eres noble y sonriente, fuerte. Eres muy valiente.


Toma esta rama, no significa nada, pero es que no supe qué regalarte en tu cumpleaños.

20 de septiembre de 2016

Malditos sueños.

Toda la vida, desde pequeña, me han dicho que los sueños no son ciertos, que al igual que las pesadillas, no son más que el producto de mi imaginación y no se harán realidad. Esto me ha mantenido tranquila en las noches de tormento en las que mis sueños se vuelven el invento de quien parecía ser mi peor enemigo, olas de lágrimas me llenan al despertar de la muerte de algún ser querido, de la pérdida de un hijo que jamás he tenido o de la caída más larga y tormentosa desde el barandal blanco de esas escaleras que en repetidas veces me han hecho despertar de un salto. Esas son las pesadillas.
Los sueños son en cambio más sutiles: un día soleado, el mar, algún recuerdo de infancia, y otros que no se deben contar. Pero hay unos, que yo no calificaría exactamente como sueños ni pesadillas, son algo entre los dos. Son los sueños en los que te sueño, dulces heridas que se abren para ver tus ojos y tocar tu voz, para extrañarte hasta las canas que jamás nos salieron juntos, para quedarme con las ganas que tengo de dejar de soñar contigo, para dejar de desear, que contrario a todo lo que me han dicho, los sueños sí se hicieran realidad.

14 de septiembre de 2016

Estamos perdidos

Aún nos queda tanto por vivir, una noche de hotel en cualquier lugar con un baño de espuma, unas cuantas promesas, un viaje a la luna, que tu espalda sea mi aeropuerto. Tenemos que gritar desde un descapotable que hoy somos héroes, mañana quien sabe, mientras la noche nos abraza. Tienes que aprender a bailar, tengo que enseñarte, el pasillo de mi casa es la mejor pista de baile. Tengo que engañar al destino para que te quedes conmigo. Tienes que decirme: “no has crecido nada desde la última vez”. Tengo que darte un abrazo en silencio (no sabes cuánto tiempo he esperado este momento). Tenemos que vivir ese verano que borraste de nuestra historia. Tienes que volver a enamorarte de mis ojos, tengo que volver a escribirte una carta de amor. Porque es tarde para sentir miedo. Toda la vida es ahora.

Que la ciudad es infinita y tus ojos son los más tristes del mundo, pero yo nunca me rindo, yo nunca me rindo.

late night stroll

13 de septiembre de 2016

Sí importa.

Me prometes un futuro precioso, ¿pero para qué lo quiero? ¿De qué me sirve si en el presente no cuento contigo? 

¿Qué importa el futuro cuando en las noches me siento sola, si en los días una disculpa sencilla supone llenar el vacío de todos tus silencios? 

Y no los llena. 

"No vivas de promesas que no pueden cumplir"
me dijeron una vez. 
Y aquí estoy hoy, alimentándome de vacíos,
de esperanzas, de anhelos. 

El sol me despierta y entonces abrazo al recuerdo de lo que fue una vez, de lo que habría podido ser. 

Otra vez, incluso, me recordé que 
no debía ver más allá de lo que ven mis pupilas. 
Mis pupilas solo ven lágrimas. 

¿Qué hay más allá? ¿Importa? 

Un futuro precioso, una casa a orillas del mar, un montón de promesas que no hemos cumplido, y tú. 

Tú y todo lo que no hemos vivido. 

Por eso sigo. 

12 de septiembre de 2016

Aeropuertos



Me he visto perdida en los aeropuertos, desorientada sobre qué avión tomar o hacia donde volar si tus brazos se alejan justo en dirección contraria. Tenía una libreta en la mano con un par de palabras ilegibles, me había puesto a escribir y me había quedado hipnotizada con el pasillo de llegadas. Torrentes de personas llenaban los pasillos y abrazos y qué ganas de llegar y qué bonita la vida. 

Me imaginé cogiendo un par de aviones, los pies sobre la maleta, la lluvia y el frío, “este es mi sueño”; esta soledad abriendo agujeros en el corazón, no. 


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Otro aeropuerto lleno de gente que sabe a donde va y yo que no sé ni quién soy. Un día compré un ramo de flores y me mojé entera, agité el ramo en el aire, todo el mundo me miró. Lo llevé hasta casa, lo puse en un jarrón improvisado, no pude dejar de mirarlo durante horas. 

Nadie está aquí para oler las flores, nunca hubo nadie. 



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Cae la noche en ese sueño, pesan las maletas pero pesa más la vida. Ojalá hubiera alguien esperándome, ojalá derribaras todos los impedimentos y te quedaras para siempre. 

No quiero. No quiero que el olvido sea tan terrible y termine quemándonos; en tus ojos se podía ver el fuego, tú estás quemándonos. Quiero recordarte cuando aún no sabía que íbamos a ser el huracán más bonito, cuando tenías el pelo más largo y eras más tímido y me mirabas como un sueño que acababa de hacerse realidad. Estás, aún te tengo, es de noche en medio de la nada y el frío congela mis pies. 

"Sonríe, sonríe", me dices. Yo llevo una falda larga de esas que te vuelven loco y aún no he aprendido a peinarme y giro en un baile interminable, ¿cómo no voy a sonreír? 

Voy a quedarme muy quieta, atrapando tu recuerdo; es mío.


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Volveremos al apartamento y cenamos un desayuno porque es nuestra comida favorita y la vida es bella solo porque tenemos todo el tiempo del mundo para nosotros. Que la vida acaba de comenzar. 

La vida acaba de terminar. 


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Sigue haciendo frío y he vuelto. Sigo desorientada en el avión y recuerdo que hoy arranqué esas flores del árbol y la habitación huele a flores, sin mí. Aquí nunca hay nadie para oler las flores. Mi vida solo giró completamente una vez y hubo muerte y hubo frío y el olvido matando todas las plantas y los recuerdos. 

7 de septiembre de 2016

Largas madrugadas

Todas las películas hablan de huidas, de dormir en sofás resquebrajados por el paso del tiempo. Como si los corazones solo volvieran a latir cuando conocen ciudades nuevas y estuviéramos hechos de olvido y recuerdos. 

En esa última película, sonaba música folk y un gato curioso despertaba a un hombre cada mañana. Ese no saber donde estás, esa huida constante en la vida, estar perdidos incluso conociendo cada calle y cada presente. Sé que he pasado por aquí mil veces, nos besamos allí, jugamos a ser eternos en ese café. Y ahora me voy. No sé quién querría despedirse de un futuro que aún no ha ocurrido y de todo lo que no hemos vivido.

Una vez escribí: Si huyo es para no volver, si vienes que sea para quedarte. Todas las palabras me persiguen y todas las madrugadas juego a perderme en cualquier novela para evitar pensar. El primer beso de la mañana, la primera canción que suena por la radio y nos devuelve la vida, el arco iris tras la lluvia, el abrazo que nos hace respirar. La ciudad ya no nos reconoce, no sabe que nos amamos en cada esquina y conseguimos parar el tiempo en todos los cafés. 

Volveré a leer a Cortázar y a creer en que el amor es ese rayo, pero esta vez nos ha partido en dos.