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Ildemaro Trias, fotografía de Caracas a la 1:30 am durante el apagón del 14 de febrero de 2018 |
Las ciudades de madrugada siempre me han dado ganas de salir corriendo y huir, despertar de mañana en un lugar lejano donde solo conserve el recuerdo, conocer todas las carreteras del mundo y tus ojos grises con ganas de amar. Cada reencuentro era una nueva aventura donde lo más importante era tomarnos de la mano como si con eso pudiésemos atrapar los pocos rayos del invierno. Me pasaría media vida huyendo con tal de mirar las estrellas que se esconden sobre Caracas. Volver a casa al salir el sol con los ojos llenos de vida y el corazón a prueba de bombas. Todo es más sencillo de lo que nosotros creemos: la rebeldía está en sonreír una vez al día, saber por quién luchar, mirar al cielo y abrazar la vida. Desde que regresé a la ciudad que muerde me siento como una película de ficción.
Nado en los ríos que me sé de memoria, ya perdí el miedo a ahogarme, y soy un poco más valiente. Solo recuerdo que estoy hecha de mar, huidas y sueños; por eso sigo.