Llevo tres noches sin dormir, cuando cierro los ojos
imágenes de mi vida pasan de un lado a otro y nunca sé hacia dónde mirar; me
mareo, me caigo. Después empiezo a girar en la cama y la cama hace tanto ruido
que mi propio ruido perturba mi sueño.
Hace unos cuantos meses, en una semana de mi vida en la que todo era felicidad y tristeza, compré un paquete de pastillas de componentes naturales que ayudan a conciliar el sueño: los ingredientes son “hop”, “valeriana”, y algo más. A mí “hop” me suena a “hope”: esperanzas para dormir. Pastillas hechas de esperanza.
Hace unos cuantos meses, en una semana de mi vida en la que todo era felicidad y tristeza, compré un paquete de pastillas de componentes naturales que ayudan a conciliar el sueño: los ingredientes son “hop”, “valeriana”, y algo más. A mí “hop” me suena a “hope”: esperanzas para dormir. Pastillas hechas de esperanza.
Desde que esta ciudad me acogió soy una desconocida más
entre los ríos de gente en la terminal central, con un libro en la mano
y el café hirviendo derramándose por mi mano. Tengo la valentía en los ojos y
visito galerías en las que intento ser invisible frente al cuadro. Ser la obra
dentro de la obra. Y navego por mundos que creía inexistentes.
Mi primer día en soledad vi la ciudad desde tan alto que la vida me pareció increíble. A esta ciudad le debo el insomnio y las prisas, le debo la soledad. Ahora café, ahora café derramado, ahora soledad, ahora literatura. Estoy leyendo un libro en el que me dice que todas las preocupaciones vienen de las necesidades que nos imponemos desde dentro, necesidades creadas e irreales. Pero qué va a saber ese libro de todo lo que me haces falta desde que no estás.
Mi primer día en soledad vi la ciudad desde tan alto que la vida me pareció increíble. A esta ciudad le debo el insomnio y las prisas, le debo la soledad. Ahora café, ahora café derramado, ahora soledad, ahora literatura. Estoy leyendo un libro en el que me dice que todas las preocupaciones vienen de las necesidades que nos imponemos desde dentro, necesidades creadas e irreales. Pero qué va a saber ese libro de todo lo que me haces falta desde que no estás.
Ayer tomé un bus para ir a visitar otra pequeña ciudad, y llovía tanto que
abrí las manos para intentar atrapar la lluvia. Entré en una capilla antigua con
los techos inmensos y creí volar mientras un coro cantaba cosas sobre adorar a
un Dios que no conozco. Yo no estaba allí. Yo estaba entre las voces corriendo
hacia el cielo. Escribo insomne. Necesito que esas imágenes dejen de flotar en
mis ojos. Necesito cerrar los ojos y dormir, conciliar, conciliar el sueño.
Necesito dormir, como duerme la ciudad cuando nadie la ve.