19 de noviembre de 2019

El muro

Nos inventamos un muro ficticio más grande que la distancia real que nos separa. Más fuerte e impenetrable. Nos dividimos en dos bandos, a veces en cuatro. Nosotros y ellos. Nosotros que nos fuimos y ellos que se quedaron, y viceversa. Nosotros de oposición y ellos que no, y viceversa. Nosotros y ellos. 


¿Los kilómetros existen? 
¿Por qué existen los kilómetros? 

A veces nos encontramos y las distancias desaparecen, pero el muro sigue allí. Sentimos que hemos cambiado, que ya nos somos los mismos que compartimos espacios, gustos y placeres, entonces nos alejamos. Le agregamos más piedras para que sea aún más grueso y, ya que estamos, ¿por qué no hacerlo más alto?

Y así vamos. Nos aislamos más de ellos, pero tampoco nos acercamos más a nosotros. Quedamos como individuos aislados entre los que son como nosotros y los que son como ellos, y también entre quienes son diferentes. 


¿Dato curioso? 
Solo quedo yo de este lado. 

15 de noviembre de 2019

Estábamos rotos

Una vez me enamoré de alguien que estaba roto, en mil pedazos, con mirada triste pero la sonrisa más sincera del mundo. Una vez, esa misma vez, yo también estaba rota, en cientos de pedazos, con mirada triste pero la sonrisa más grande del mundo cuando lo veía sonreír. 


Los amores rotos no se pueden coser. 

Luego de varios años, aprendimos a lamernos nuestras heridas propias. Verlas cicatrizar. Sanar. Sin cruzar miradas por la distancia que se entre puso. 

Una noche nos vimos, felices, sin las almas rotas. Nos preguntamos qué hubiese pasado si nos hubiésemos encontrado en otro momento. Si hubiésemos podido ser. Pero no fuimos y, quizás, ya nunca seremos. 


Somos otra cosa, pero no eso. 

6 de mayo de 2019

Mía

Nací para ser eternamente mía. No tuya, no de nadie, solo mía. Nací en unas tierras que fueron maldecidas y como el diablo, son hermosas para que pierdas la racionalidad de la supervivencia. 
Dejo de escribir por periodos, por meses, por temporadas de fríos y de calores. Convivo con lo increíble, con lo impensable. Salgo a la calle y enfrento la crueldad. 
No puedo olvidar quién soy ni de dónde vengo, no intentes decirme cómo vivir mi vida ni cuándo la falda me queda demasiado corta. No me interesa. 
Aprendí a encontrarme en medio del desastre, a limpiarme las heridas con saliva, a renacer entre mis escombros, a llevar mi pasado en el pie izquierdo y mi futuro, en el derecho. 
A la vida le agradezco las amigas que conservo, disfruto las madrugadas donde las horas avanzan sin que me dé cuenta. A veces decido darme cuenta y soltar una carcajada en medio de la nada. Los valores que compartimos, las preocupaciones, los mensajes. 
He decidido quererme, ser, bailar y cantar bajo la ducha fría, entre estas paredes que aunque no me vieron nacer, sí crecer y ser. Esta vida es tan mía como lo soy yo, y pretendo vivirla, gozarla por segundos, por todos y cada uno de esos malditos segundos. 

13 de enero de 2019

WAIT

Te espero en la habitación, fumando y mirando por la ventana, escribiéndote una carta, la definitiva. Anoche solo tuve pesadillas que no me dejaron soñar con tu carita. Quiero que pasen los meses y seguirte escribiendo cartas que digan que eres el único que llegó al fondo de mi corazón y, si quieres, te cedo una parte de él a tiempo completo para toda tu vida. Es una puta certeza saber que con tu inteligencia puedes construir mundos a través de las palabras. 

Tengo preparado el plan B en el caso que me digas que no, la huida perfecta, la maleta en la puerta, el kit de alimentos no perecederos, el boleto de retorno y la determinación para rondar los vagones recitando poemas que hablen de desamor, que me recuerden a mí misma que debo olvidarte. 

Te espero en la habitación, con la cama deshecha y llena de libros y un montón de palabras dando vueltas por la atmósfera. Alguien escribió una vez que le daría la vuelta al mundo para volver a abrazarte por la espalda, y yo no sé, tendría que borrar el “volver” y solo darle la vuelta al mundo. 

Pensé en prometerte que me quedaré los próximos mil días a tu lado, pero ya uno no sabe si ese número se devalúe y termine convirtiéndose en unos pocos días. Por eso, prefiero no prometerte nada y darme cuenta un día que hemos compartido juntos mil días. Tal vez, alguna vez, me veas tan bonita que te duela. 

Yo te seguiré esperando en el mundo de mis sueños, para que nos tomemos un par de birras y me digas de nuevo que quien no apoya, no folla y quien no arrastra, no acaba. Para reírme como si esas palabras carecieran de significado y, finalmente, apoyar y arrastrar la botella, porque quién sabe qué es real y qué no en el mundo de los sueños. 

Te espero, para cuando pase este desastre y estemos rotos, para volver a construirnos de nuevo y podamos ser eternos, tan solo por un instante.