Y hoy no estás. Hace un año que te fuiste, y tu ausencia aun me duele como el primer día. A veces imagino que llegas, imagino que abro la puerta y te oigo reír... Pero sé que no es así.
Sé que por mucho que lo desee, uno no puede recuperar a esos angelitos que una vez se fueron, y que ya no volverán.
Todas las cicatrices algún día dejan de doler. O eso dicen. Yo aun estoy esperando a que tu ausencia deje de sangrar.
Y es que miento, porque a veces no duele, pero es increíble como hay días en los que se abre otra vez, y la siento igual que el primer día.
Quizás y el problema no es que no estés, es que aun sabiendo que me estabas dejando nunca busqué el momento para despedirme y decirte todo lo que ahora te digo en miles de cartas, cada vez que el calendario se para sobre ese 27.
Tal vez el problema no es que no estés, es que aun sabiendo que te ibas, no actué como debía. Te estaba perdiendo y fui egoísta. No sabes cuanto lo siento, cuanto lamento no haber sido un poquito mejor..
Hoy me duele una vez más, me duele. Prometí ser fuerte, seguir tu ejemplo, y eso es lo que intento día a día.
Te extraño. Mucho.
La vida no es justa, y tu ausencia lo demuestra. Este enorme vacío que siento cada vez que caigo en cuenta que no volverás a cruzar esta puerta.. Tuve la esperanza de que regresaras a casa, de verte riendo y tomando vino con mi mama.
Nos haces tanta falta....
Ojalá y estuvieras aquí. No tengo nada que reclamarte, ya no importa nada que alguna haya podido hacer.
Simplemente fuiste una mujer única, una persona mágica.. Cualquiera que te conociese daría cuenta de esto. Para mi siempre estás presente, y como he dicho tantas veces, mientras haya quien sonría al escuchar tu nombre, quien te recuerde, tu aun estarás viva, aun sigues a nuestro lado.