16 de diciembre de 2018

¿Cómo matar todos los recuerdos?

Yo también quiero vivir en la desmemoria, me dije una vez. Quise huir de los recuerdos y los sentimientos. Las malditas guerras emocionales, las noches solitarias y todas las veces que quise atrapar el tiempo en mis manos. Pero el tiempo no lo puedes frenar ni atrapar. 

Yo quería besarte en el carro cuando me dejaras en la puerta de mi casa, pero esa escena nunca pasó. No quería que fueses mi rescate ni mi constante, tan solo que me hablaras sin mirar al celular. Y que nunca quisieras irte aunque la gente me preguntara qué coño hago yo con él. 

Aun sigo esperando que toques a mi puerta y me digas que la vida sin mí no tiene sentido, que ya lo sé, pero solo quisiera que tú lo supieras. Aquí nunca pasa nada y los domingos amanecemos en camas separadas, desde donde respiramos distinto aire y distintos sueños. 

Yo quería olvidar que somos mortales y desayunar poesía. En el teclado sigo escribiendo cartas anónimas que nunca llegarán a tus ojos; tu corazón no conoce mis palabras y es mejor así. Hace tantos días del principio que no existe, te has ido tantas veces que sé que el final está cerca. 

¿Qué final
si el principio
no existe?

De nuevo hice las maletas y me subí a un avión que me llevará a una ciudad que he visitado tantas veces y sin embargo no conozco. Solo quiero eliminar las carreteras y los límites. Conocer una ciudad nueva y volver a creer que el amor lo puede todo. 

¿Existe?

Quédate con eso, que a puertas cerradas te abrí mi corazón y ahora me lo llevo en la maleta. La ciudad se deshace a mi paso y los recuerdos ahora me hacen más feliz que nunca. La desmemoria solo sería mi condena. 

12 de diciembre de 2018

Cazador

( ¿Me estoy volviendo loca 
de verdad me has mirado? )




Sé que la locura no es uno de mis defectos y por eso mismo sé que tú también sientes el cosquilleo cuando estamos cerca. Tienes los ojos más bonitos del mundo y me miras como un asesino cuando se enamora de su víctima. Y te sonrío, como la víctima cuando sabe que están a punto de dispararle. 

Pero no disparas.
Solo callas.

Enciendo el yesquero solo para sentir el calor del fuego cerca de mi piel tan fría. Un mensaje tuyo un domingo por la tarde me ha hecho esperar el siguiente cada noche. A veces llega, otras no. Y no me importa. De esperanzas no vive el hombre, ya lo sé, pero a mí solo me hace falta soñar.

Todos los cigarros que nunca he fumado y todas las cartas que nunca he escrito llaman a mi puerta y me recuerdan que sigo a un “quédate” de distancia. Esas tres sílabas que tanto poder tienen para hacer la diferencia. El manual de instrucciones se perdió en el último incendio.

Una vez leí que incluso para ser zorra hay que saber algo: prefiero la astucia y la inteligencia, porque me cansé de ser siempre la presa en lugar del cazador. Tienes los ojos de quien está dispuesto a convertir la ciudad en cenizas con tal de conseguir lo que quiere, y unos dientes afilados como los de una fiera. 

Que por "tienes",
solo quise decir tengo.

Y el resto sobra. 

9 de diciembre de 2018

Avisos

Esta noche me di cuenta de que, a medida que estoy menos rota, leo menos poesía. Parece una tontería, pero resulta que las palabras son el remedio para mi alma y, por fortuna, no siempre las necesito. 

Una vez hace mucho tiempo se murió alguien a quien quise muchísimo y fue entonces cuando empecé a escribir. Desde entonces no he podido parar. En otra ocasión, conocí al amor, y fue entonces cuando supe que, si alguien te quiere, es capaz de quererte rota y a pedazos. 

Siempre recuerdo la primera vez que te vi, la primera vez que me hablaste. Nunca logro recordar los detalles de esa noche que te vi por última vez, aunque en ese momento no supiésemos que sería la última. Ojalá no lo sea y un día te encuentre en una plaza con esa sonrisa tan bonita. Por fortuna la vida es una montaña rusa. 

Deberían haberme avisado que mi vida estaría llena de sueños, de amores de cinco minutos, de romances inconcretos. Deberían haberme avisado que mi vida siempre sería más, que no estaría llena de grises sino de colores, como la noria de una feria en plena ciudad. 

Una vez quise ser una diosa griega y fue entonces cuando descubrí en todo caso, sería Calipso. Lo que nadie me dijo nunca es que después de la marcha de Odiseo, a diferencia, no moriría. Mi corazón de repuesto siempre está listo para volver a latir. 

Deberían haberme avisado que siempre encontraría los motivos y por eso no estaba destinada a llamarme Calipso. Como dice esa linda canción que habla de amapolas: ¿dónde vamos tan deprisa?

5 de diciembre de 2018

Caídas, vuelos





Caemos, como caen las gotas de lluvia hasta estrellarse en el parabrisas. Caemos, y no nos importa, hasta hacernos añicos como un vaso contra el suelo. Y toca limpiar ese desastre. Como las hojas que se despojan de los árboles y bailan en el viento durante su descenso. 

Entonces aprendemos a caer, olvidando nuestras dudas; agarrando el presente aunque no nos quede más. Deja que me quede y deja que me vaya, pero no me abandones. A veces, cuando caemos, mi corazón se divide entre huir y dejar lo único que me da vida o quedarme y luchar por lo único que me quita la vida. 

Por un momento me he visto en un parque lejano que realmente no conozco, con una libreta vacía frente un estanque helado y la mirada llena de sueños. Sin nadie que me tomara de la mano, pero tampoco lo necesitaba. Que para perseguir nuestros sueños no necesitamos a alguien con quien hacerlo, me digo. 

Cuánto oro más tendremos que empeñar para conseguir lo que anhelamos, me pregunto. Te he visto llegar y besarme y decirme que podemos volar, que podemos frenar la caída. La cuestión, mi amor, es que no sé quién ha sido. 

Frente al reflejo del estanque me he dicho que puedo volar como esas hojas que en los días de invierno vuelan y bailan durante su caída, disfrutando cada instante, hasta finalmente, posarse sutilmente sobre el suelo helado. Cuando volamos, todo lo demás sobra. 

Me he visto en un parque lejano con una libreta vacía, frente a un estanque helado y la mirada llena de sueños. Sola, tomando mi propia mano y abrazándome a mí misma; me he dado cuenta que no te necesito. Me he susurrado que siempre que he volado, he confundido la caída, con el vuelo. 

22 de noviembre de 2018

Luces de noviembre

Aprendes a despertarte cada mañana y verte en el espejo. Al principio, parecían unos ojos desconocidos, pero ahora es... diferente. Unos ojos tornasol llenos de sueños que te sabes de memoria. Y sonríes. 

Las calles están llenas de desconocidos que caminan con las miradas perdidas y faltos de vida, y tú te empeñas en no ser como ellos, en luchar y mantenerte al pie del cañón para poder decir que sí, estás de puta madre. 

Abres un nuevo libro y escuchas el click de la cámara cuando intentas quedarte a vivir para siempre en un único fotograma. Ojalá seas tú quien quiera quedarse conmigo, para que entre toma y toma escribamos el guión de esta historia. 

Y en esta ciudad la luz está más bonita que nunca, la montaña se llena de tonos verdes imponentes y te cuestionas si volverás algún diciembre para disfrutarla como se lo merece. Como tú te lo mereces. Que el amor es tan etéreo que no sabes si realmente existe. 

Y te imaginas dentro de un año cogiendo trenes con una libreta entre las manos escribiendo todo lo que nunca más has de vivir, recordando y soñando mientras se derrite la crema del café. En silencio. Contigo misma. Has deseado tantas veces ser una desconocida que busca poesía entre los libros de segunda mano de algún aprendiz hasta que llegue alguien y te devuelva las ganas de golpe. 

Regresas a casa con el frío por dentro y ganas de terminarte la botella; que si hubiese un lago cerca te sentarías y desearías con todas tus fuerzas ser Anna hasta que te tropieces con la casualidad más grande de tu vida. 

Dije que quería darle la vuelta al mundo sin ti, y no mentía, 
pero ahora le estoy dando la vuelta al mundo alrededor de mí misma.

21 de octubre de 2018

Para que vuelvas


Me dejaste en el portal con la duda de si te volvería a ver alguna vez. No era una despedida de esas que te parte en dos, pero si te deja vuelto añicos con las dudas del porvenir. Como la vida, cuando nos frena sin avisar. Desde que dormí esa vez en tu pecho olvidé cómo dormir en mi cama.

Corrí por las calles de esa ciudad tan conocida mientras admiraba tus ojos en los míos, mi piel sobre tu piel, mi pelo despeinado. He subido a la azotea de ese edificio de oficinas y he creído tocar el cielo con los dedos. 

He tomado más aviones que los que creo que podría recordar y en todos te he buscado, con la camisa de cuadros y los audífonos puestos. Esperando. Por mí. Como aquella vez a las afueras de una estación de metro en pleno invierno. 

Era un sueño. 

Quisiera decirte que no hago más que extrañarte. Quisiera que lo leyeras y creyeras que no hago más que extrañarte. He vuelto a todos los bares que me prometiste que visitaríamos juntos y he bebido más de la cuenta. 

No sabes si miento.

Algo así como ese abrazo justo antes de despedirte. He decidido romper todos los relojes y arrancarme la piel. Te la he mandado en correspondencia como dice ese cantautor. Quisiera prometerte que no quiero que me duela, pero sería una mentira tan grande como la distancia que pusiste entre los dos. 

Lo único cierto es que estoy recompuesta. Que lo he arreglado, he conseguido esa pega de la que todos hablan y he vuelto a juntar los pedazos de ese corazón que dejaste hecho añicos. He vuelto a amar y a veces pensaba que no lo haría. Ya estoy lista para que lo vuelvan a romper. 

Volverás a irte y todas las canciones hablarán de ti como un extranjero que me enseñó a beberme la vida. Volveré a abrazar a la felicidad y cada noche iré al bar de la esquina y llegaré a casa sin saber quién soy ni con quien hablé. 

Regaré las flores de la casa que nunca quise, me perderé entre páginas de libros, tomaré la siesta a la hora que yo quiera y volveré a empezar la historia del corazón de pegatina. 

Espero que siempre vuelvas, te dice este corazón en ruinas. 

15 de agosto de 2018

La alegría es arena

Me desperté sudando en una cama con sábanas nuevas. Había tenido el sueño más extraño del mundo sobre miedos y decepciones. Lo que no sabía es que la arena también daba suerte, que bailar bajo la arena es aun mejor que bajo la lluvia. Dejar pasar el salitre entre los dedos mientras todo se mece y el tiempo se detiene en ese instante feliz. Con el sol sobre el rostro, la gente parece feliz. 

No estamos muertos, 
estamos más vivos que nunca

El calor tiene ese defecto, te hace olvidar a donde perteneces. Es como si nunca hubiésemos estado tan cerca el uno del otro, como si el mar trajese la esperanza del cambio, del nuevo porvenir. Es como si las bromas y el cinismo se borrasen de la historia. Dos lobos malheridos porque nunca aprendieron a querer y mientras suena la canción se lamiesen las heridas. 

Vamos a lamernos las heridas
a acabar con el dolor 
a darnos una oportunidad

Pero el mar es una fantasía. Nuestra historia solo la entienden los tejados, la ciudad del caos, el tráfico. El color dorado de la arena me sacó una sonrisa y me pidió que no me retirase todavía, porque tal vez todavía hay tiempo de romper los enigmas. 

31 de julio de 2018

La nada, las pequeñas muertes

Salem escribió un poema precioso sobre la pequeña muerte y dónde encontrarla, como "las frases que no sueltas nunca a tiempo" y la "resaca de los sueños que más temes". Tal vez el poeta tenga razón y la pequeña muerte sea no haberte preguntado si hablabas de mí detrás de los matices que pronunciabas al amor. O quizás, solo quizás, la pequeña muerte es que tú no lo hayas confesado en lugar de ofrecerme una copa de vino. 

¿Qué es la nada? Tu mano es mi espalda cada tarde, tu risa que no deja espacio para coprotagonistas, las películas en blanco y negro donde se besan en mitad de una calle vacía. Es la vida cuando camina deprisa por los días y los dejamos pasar en medio de la rutina. 

¿Cómo se vive en una casa que no huele a café ni a besos? La música a todo volumen constantemente no acalla el silencio de la soledad. La ausencia de esos ojos que miran de arriba a abajo como quien se encuentra frente a un sueño hecho realidad. Es que este día es diferente, el soundtrack son todas esas canciones de amor que no querías escuchar. 

Y este verano en el que el cielo no es azul sino gris, en el que el sol se oculta detrás de las nubes. ¿Tal vez sea el olor de la nostalgia? Que la llevamos pegada a la suela de los zapatos por donde caminamos. Miras hacia otro lado intentando conseguir algún recuerdo que te transporte a ese momento donde no te gobernaba la pequeña muerte. 

La nada, que lo era todo, llenando todo de miseria y tú mirando hacia otro lado. 

16 de julio de 2018

Podría(s)

Podría convencerte de que soy el piloto de un avión de papel. Podría venderte lo inverosímil, alquilarte lo surrealista. Puedo convencerte por las buenas o sonreírte por las malas.


Podría.

Podrías.

Pero contigo no quiero. Eres capaz de desarmarme...


y nunca es bueno quedarse sin balas.

30 de junio de 2018

Carreteras «unknown»

Quería escapar del tiempo y lo hice en una carretera de un solo canal llena de curvas. La adrenalina continua cuando te acompaña la duda de si sobrevivirás a la siguiente. Lo haces. Llegas en plena tarde al azul del salitre. Todas tus responsabilidades reviven en una sola. Y después, el terror del porvenir, la ansiedad de la duda, la seguridad del momento. A mí no me hables de ases bajo la manga. 

- ¿Existe el amor de tu vida? - te preguntas. 

Una vez, creo, 
me susurró en un sueño que me escapara con él 
- a cualquier ciudad desconocida -. 

Bailar en la cocina mientras preparo mi plato favorito y meneo la copa de vino al son de la canción. A veces espero que un día aparezcas y me digas que tienes ganas de conocer esta ciudad tomado a mi cintura. Beber una cerveza en ese bar que siempre tiene jazz, caminar por las calles de la desesperanza y enseñarle a los curiosos que se pueden borrar las primeras tres letras y seguir estando vivo. Como si siempre hubiésemos vivido escapando y sonriendo, permitiendo que lo desconocido nos llene la vida. 

Venga, que nos toca inventar el futuro.

16 de junio de 2018

La vida

La ciudad. Esa que amanece azul y se torna gris, para volver a ser azul y en medio del calor de los rayos del Sol empaparte sin piedad. La ciudad. Esa en la que puedes correr a 120 kilómetros por hora para obligarte a frenar en seco y desperdiciar una hora atascada en el tráfico. La ciudad de los contrastes. Nada más rutinario que saludar al mesonero por su nombre y sentarte a esperar que te traiga la misma comida de todos los lunes: sopa, pasta y té negro con limón. El cansancio de la repetición y al mismo tiempo el disfrute de lo conocido. La calle ya no se abarrota de gente, pero los transeúntes caminan con prisa y caras amargas. Pero tú escribirás, seguramente escribirás mucho antes de irte. Querrás perderte en librerías, museos y arte cada mañana pero no tendrás tiempo ni de abrir las páginas de esa novela que paseas en la cartera desde hace semanas. Y cada mañana, en medio del tráfico, te pintarás los labios de un color llamativo que muestre que dentro de ti vive una persona con ganas de comerse el mundo. En ocasiones la soledad se llena de esos instantes en los que vivimos sin darnos cuenta. Eso es la vida, y quien diga lo contrario es un mentiroso, y lo sabe. 

6 de junio de 2018

Irse

Entre susurros te dices a ti mismo que cualquier ciudad que no sea esta te hará volver a ser, ¿volver a ser qué? Te preguntas mientras ves el cielo nublado y las calles vacías.

Dices que cualquier paisaje es mejor que la montaña llena de ansiedad y las largas filas que esperan para coger el autobús. Crees que el futuro vendrá por ti para hacerte feliz. Vendrá y te llevará. 

Yo solo puedo vivir con intensidad, con todos los tonos sobresaturados y a veces necesito atraparlo todo. ¿Y qué hay del vacío, de la ausencia? ¿Puedes?

Dices que seré feliz, que bailaré con tu recuerdo, que no extrañarás estos ojos verdes que te veían como si fueses lo más lindo que ha nacido nunca. Digo. No te mientas más.

2 de junio de 2018

Espirales

La ansiedad se adueñó de mi alma esta tarde. Me acuesto en mi cama y me convierto en una bolita que solo cuenta los minutos para que acabe el día. Sin cigarros ni alcohol. Respirar es difícil cuando tu corazón no sabe cómo seguir latiendo. Sin motivos. Motivoless. Es la tercera vez que me pongo a escribir esta noche. Nada tiene sentido, así que vuelvo a borrar. Como un escritor que arranca la hoja y vuelve a empezar de nuevo. El vacío infinito que intenta llenarse de palabras. Con la nostalgia pegada a la suela de los zapatos mientras te sientas en el parque a esperar. Intento recordar tu mano cogiendo la mía, tus labios cuando me besabas. Ya no sé a qué sabes. Esperar el día en que vuelva a sentir la sangre caliente bajo la piel. Será que esta cama es demasiado grande para que pueda dormirme. Tal vez no estaba lista para dejar esos 20 gramos cada mañana. Sigo esperando tocarte pero todo es un sueño y esta noche es demasiado larga y sé que no vas a venir. Volver a estar viva. Pero todo se aparta y el tiempo gira en espiral y las ciudades desconocidas están demasiado lejos. Ponerme mi vestido favorito con unos zapatos cómodos y salir a comerme el mundo mientras estás a mi lado. Eso es la vida. Despertarme una mañana cantando las canciones de mi madre y sonreír porque quizás mañana sí me sienta bonita. En una vida que. tal vez, podría ser la nuestra.

31 de mayo de 2018

Silencios que tocan y muerden

Montarte en un carro sin dirección, recorrer carreteras interminables con gasolineras a los lados. Comprar un montón de ropa interior e irte sin mirar el pasado. Tenerte a ti de copiloto y cantar aquella canción de Yordano a todo pulmón. La poesía de tu escritora favorita, el cigarro en la terraza y el calor del caribe en tu piel. Recuerdas el los trenes que se van mientras decides que hacer esa madrugada en la estación. Las diapositivas de la vida que no has vivido, que nadie ha podido vivir. Y en medio de la entrevista, le vuelves a preguntar a esa señora de ojos tristes cómo era la temperatura del ambiente en el momento de la desgracia. Caminaba en busca de mí misma cuando encontré un jardín escondido dentro del portal de un edificio, un jardín que no podía alcanzar. Una mujer desnuda que camina por su propia casa vacía, imaginando dónde colocará los muebles que acaba de comprar. Y de nuevo la carretera interminable y el yesquero que al tocar el suelo genera el incendio.

17 de mayo de 2018

La protagonista del cigarro




Como una niña que extraña su infancia y canta una canción de una película animada que habla sobre cacahuates como si así fuese a volver el tiempo. Como la protagonista de esa película, fumando en la ventana, viendo pasar su vida entre el humo. Como la muchacha que se pone vestidos cada día para comerse al mundo aunque este se la coma a ella. Hay algo que te llena los ojos de vida, podría ser tu reflejo en el espejo. Cada noche con un trago en la mano, dejabas ir a las nostalgias y los momentos amargos de tu trabajo; en ese momento planeabas atracar corazones y librerías. 

Me preocupan los libros en la mesita de noche, la falta de tiempo, las ojeras, el cansancio. El tiempo me atormenta. A veces me pregunto dónde dejé esa versión llena de vida que no quería dormir, solo vivir. Sin duda ya no está. A veces me acuerdo de ese gato que tomaba el sol en una ventana de un edificio blanco un sábado por la mañana. Estábamos cerca de la montaña y lo veía desde la acera de enfrente apacible, sin moverse, disfrutando el calor de los rayos de luz en una mañana nublada.

A veces disfruto haciendo fotos, dejo que mis ojos me guíen para sostener el instante en el tiempo. Mi momento favorito del día son los atardeceres, AMO fotografiarlos, creo que por eso me gustaste tanto. Dentro de ti habita el atardecer más bonito del mundo. Tanto, que aunque la ciudad se haga pequeña cual jaula, tú puedes volar por ella sin miedo. Porque los trenes, como sabes, te echan de menos y tú lo disfrutas.

Como protagonista de película europea, francesa exactamente, que se pone el sombrero para volvérselo a quitar una escena más adelante. Me siento en el café con una sonrisa espontánea y ordeno una bebida caliente. Abro un libro cualquiera y, como si nadie lo esperase, aparece un joven que interrumpe la lectura y me pregunta si entendí a Camus o si quisiera vivir como él. Y sin que pasen grandes cosas pero sin que nadie en la sala pueda pestañear, llegan las palabras que anuncian el fin. Pero, ¿qué importa?

14 de mayo de 2018

La palabra por D

Lo peor son las noches solitarias, el corazón girando en espiral. El sonido del agua de la vecina de arriba, cuando se levanta de madrugada para ir al baño y te despierta. Lo peor son las mañanas, que no sabes si puedes ponerte un vestido porque el día podría convertirse en una pesadilla. El café en la mañana que ya no te preparas, la prisa, el sonido de la licuadora. Las ganas que dejaste en la cama antes de entrar al salón de clase con alguien que odia su existencia. Lo peor son las noches sin estrellas, la luna que no se ve detrás de los edificios, la ropa acumulada en la cesta de la ropa sucia. El desorden, el polvo, los platos sucios amontonados en la vajilla y que nadie los quiere limpiar. Lo que más me duele es el libro en la mesilla, que me habla del dolor de una chica en su viaje en carretera hasta que una cerilla tocó el suelo en una estación de gasolina. Lo peor es, en definitiva, la soledad de una casa en ruinas.

10 de mayo de 2018

Miradas de sal

Hablaremos de música, de las letras y la cultura. Hablaremos de mis libros favoritos, los que te compartí antes de emprender el viaje, los que odiaste. Hablaremos de las flores del cementerio, de las tradiciones, de los nervios. Te imagino despertando por las mañanas con olor a café, con las ansias del porvenir y el miedo de salir a la calle. 

Hay un poema de Manuel Pujante que habla de París, el Sena y el amor; pero para nosotros es distinto: "cuando me abrazas, me cabe Caracas en el bolsillo y el Ávila en el pecho". Eso es lo que te quería enseñar. La montaña bonita de la que te hablé, su luz y sus verdes.

Solo vale la pena si somos poesía, que no es lo mismo que magia. En los poemas hay dolor y sufrimiento, pasiones infinitas, como posiblemente habrá después de nosotros. Seamos poesía. 

Al acabar la primavera, llegará el verano. El calor del mar Caribe, el olor a salitre que tanto me gusta. Las carreteras descompuestas en un país destruido y descuidado, todo se confunde con el tiempo en esta ciudad llena de autos.  

Los locos como tú aman el desastre y, afortunadamente, ese es mi segundo nombre. En la ciudad de los techos rojos no hay inviernos ni otoños, a veces los árboles florean y después se despluman dejando una alfombra amarilla a su paso. 

5 de abril de 2018

De madrugadas sin dormir

En olor a sal me ha despertado esta noche, como un bálsamo ha limpiado mis pulmones del mal de amores. Cuando cenábamos, le he confesado a mi madre que quiero casarme frente al mar un día veintidós, y que todos los invitados tendrán que cruzar el océano para venir.

Desde la mesa se ve el atardecer, el más bonito del mundo. El Sol radiante se convierte en tornasol y está tan cerca que incluso podrías caminar sobre el agua para tocarlo. La plenitud máxima de la vida en ese instante.
  
Que absurdo todo esto. Apareces sin cita previa, cuál tormenta de alegrías. Te atravesaste sin invitación en mi vida y me hiciste perder la cabeza por cinco palabras bonitas. A mí, que suelo dejarme el sujetador en casa aunque no sé vivir sin poesía en mis días. 

Todavía me pregunto los cuándo, los cómo y los por qué. Hasta yo sé que eso no importa. Yo también quiero vivir sin memoria o saber matar a los recuerdos. O quizás, lo único que quería era hacer el amor hasta olvidar que somos mortales.

Volveré a creer, quién sabe cuándo, quién sabe cómo ni qué, pero en que el amor lo puede todo. Porque en el fondo sé que puede tanto que ha podido con nosotros, para bien o para mal. Es el enero del verano más feliz de nuestra vida.

29 de marzo de 2018

Trap pa' los muertos, blues para los vivos

Somos muy de mirar si hay alguien cerca antes de enseñarnos que se me han olvidado las bragas tendidas en casa, y a ti, la vergüenza en el maletero del carro. Hazme cosas malas que he sido muy buena los últimos cinco minutos, te digo con un beso.

Mi corazón, cariño, le está guiñando el ojo a tu suerte. Y que sepas que es novedad.

No te creas, que al último al que le prometí que tenía corazón, después del quinto trago, está buscando tutoriales para cortarse las venas sin sangrar. Tú bien sabes que si quieres sigo, solo tienes que pedirme que no pare. Cómo te encantaría pedírmelo.

Si prefieres abro la boca para que me llenes de las mentiras más bonitas, y luego te pongo carita de que me las he creído todas, para que sigas como si quisiera más. Y no te detengas hasta dejarme vuelta mierda sobre tu cama.

Si me lo pides, te concedo hasta el baile de blues que le está tocando tu diablo, al mío. Sabes que miedos no tengo, que si puedo me tiro por el acantilado y lo llamo valentía, que empujé el corazón al infinito para librar a la mente y de nada valió. 

"No quiero testigos de la masacre", me digo. Que antes de cometer errores, cierro los ojos, así no me llaman a tribunales pa' que testifique.

Deja de decir que tienes cojones, que si los tuvieses, lo dejarías todo y vendrías. Que aquí, en el infierno, no hace tanto calor como dicen. "Que ya no necesito el ibuprofeno, que ya no me duele el pecho izquierdo", te repito, que estás muy guapo cuando no tienes ni puta idea de lo rota que estoy.

Mejor no te acerques, no quiero pedirte que me hagas tuya, no quiero pedirte que me des tan duro, que todo mi pasado me parezca caricias. No quiero decirte entre gemidos lo lejos que te siento cuando te tengo encima mío.

Mejor hazme callar, agárrame las manos y dime que las palabras sobran aunque no puedas dejar de leerme, a ver si así evitas que me dé por llenarte la vida de poesía. Ahora sube la música, que he puesto trap pa' sacarte a bailar como si fuese la última canción de nuestra vida. Y le des replay una y otra vez para nunca pedirte que pares.

Déjame caminar delante, que no soporto que no me mires el culo como si fuese miel. No me digas que necesitamos más motivos para ir hacia adelante. 

Y ya que estamos, si quieres, solo si tú me lo pides, suelto las pistolas que tengo en cada mano, me desabrocho la coraza, me bajo los miedos, me quito las inseguridades y te digo...

Joder, que si quieres te digo que me completas, si quieres te escribo un poema para secarte la tristeza. Que si quieres convierto el agua en ron y ahogamos nuestras penas. Que si tú quieres, joder, le echamos jabón a nuestras lágrimas y nos sentamos a ver como las burbujas se matan entre ellas. Si tú me lo pides, me corto las venas y te pinto las paredes. Que si quieres, cerramos todas las puertas que encontremos abiertas, y nos quedamos encerrados, mientras nos pasamos el peta y compartimos el aire. 

Joder, que si me lo pides te enciendo la luz y te canto con los ojos.

Que si quieres, yo, me tiro por un acantilado, a las profundidades del infinito, busco mi corazón, le quito el polvo, la mugre, el pasado, le pego los trocitos te lo envuelvo para regalo y te lo dejo en la puerta de tu casa, sin temer, si quiera, por los lobos hambrientos.

24 de marzo de 2018

Para que siempre vuelvas

Tengo escondiditas debajo de las bragas las cuatro estaciones para que me digas la que más te gusta y nos quedemos a vivir ahí. Yo no quiero ser eterna, solo quiero aguantarte la mirada -y la mierda- un rato.

Cuando tú me miras, de esa forma en la que me miras cuando el cielo te aburre, me siento la mala de esta película que nos montamos cuando no nos queremos. Para ti soy la que se declara inmortal y proclama el fin de tu mundo. Pero entonces tú, te vuelves mi superhéroe, descubres mi punto débil y me matas -para que no lo haga yo antes- a besos en el cuello.

Pero siempre resucito; resurjo de mis cenizas, para no contártelo. Porque calladita, me odias menos. Soy tan zorra cuando quiero, que ya ni recuerdo como soy cuando no quiero. Y te encanta eso.

Y entonces pronuncias mi nombre tan despacito que me separas en sílabas, me partes en dos, después en veinte, treinta y joder. Ya he perdido la cuenta. Como no pares ya con toda esta mierda, te juro que pierdo la cabeza y te hago olvidar quien eres a golpe de cadera.


Agarra mi meñique
con tu meñique.
Susúrrame que me quieres
y te pido que te quedes.


Quédate; que si quieres te descongelo el corazoncito y te dejo ver como me follo cuando tu sonrisa me folla la mente. Mi imaginación me da para encenderte incluso el porro de después.

Y ya luego, si te da la gana, pues vete.


A que te den por culo,
hijo de puta.

Pero sobretodo, vuelve. Espero que siempre lo hagas para decirte que todo era mentira. Que yo, lo que quise desde la primera vez que te vi, fue que te quedaras. 

22 de marzo de 2018

Que pase lo que tenga que pasar


El calendario no se detiene. Sigue avanzando. Ya no sé con seguridad cuál es el color de tus ojos, si son grises o verdes. No recuerdo el sabor de tus besos manchados con cervezas. El sonido de tu risa se ha mezclado con el reloj para borrar la certeza de tu sonrisa. Cómo me hubiese gustado detenerlo, cambiarlo todo y quedarme en ese bar donde una mujer preciosa cantaba boleros como si su vida colgase de ese instante. El calendario sigue avanzando, me separa de tu recuerdo y me acerca a una promesa. Vivimos el prólogo de una historia. Unas páginas breves, escuetas, rápidas. No sabemos si lo que viene después será el libro o tan solo el próximo capítulo, ¿y qué importa? Ya no somos unos críos, jugamos con armas y nos apuntamos a la yugular como si, ni siquiera las balas pudiesen convertirnos en polvo. El tiempo no se detiene, y cada minuto solo nos aproxima a la certeza del reencuentro y el desconcierto de un futuro impredecible.

11 de marzo de 2018

La apuesta está sobre la mesa

Le hablé a la ciudad de ti antes de irme, y en medio del desconcierto, la desconfianza y la ansiedad, me pidió que no olvidase que somos dos insomnes que brillamos en medio del desastre. 

Tal vez no haya cadáveres, solo un grifo abierto, una casa desordenada, una promesa por cumplir, un libro con palabras subrayadas dentro de una maleta, y otro billete de avión.

No hay soledad, solo no estás tú. Hay besos congelados y otros con otro destinatario. Una ciudad llena de vida y de ausencia. Sabemos que nos podemos llenar, pero primero debemos vaciarnos. 

No sé si quiero fotos, solo recuerdos. El mapa de tus lunares, la forma de tu sonrisa, la mirada de tus ojos que ninguna cámara podrá captar. 

Un día, casi mañana, volveré y la ciudad nos extrañará y susurrará que en esta esquina nos besamos. Seremos dos insomnes que se niegan a olvidar que un día brillaron por ese rayo que los partió en dos.

20 de febrero de 2018

Madrugadas que revelan estrellas

 Ildemaro Trias, fotografía de Caracas a la 1:30 am durante el apagón del 14 de febrero de 2018

Las ciudades de madrugada siempre me han dado ganas de salir corriendo y huir, despertar de mañana en un lugar lejano donde solo conserve el recuerdo, conocer todas las carreteras del mundo y tus ojos grises con ganas de amar. Cada reencuentro era una nueva aventura donde lo más importante era tomarnos de la mano como si con eso pudiésemos atrapar los pocos rayos del invierno. Me pasaría media vida huyendo con tal de mirar las estrellas que se esconden sobre Caracas. Volver a casa al salir el sol con los ojos llenos de vida y el corazón a prueba de bombas. Todo es más sencillo de lo que nosotros creemos: la rebeldía está en sonreír una vez al día, saber por quién luchar, mirar al cielo y abrazar la vida. Desde que regresé a la ciudad que muerde me siento como una película de ficción. 

Nado en los ríos que me sé de memoria, ya perdí el miedo a ahogarme, y soy un poco más valiente. Solo recuerdo que estoy hecha de mar, huidas y sueños; por eso sigo.

14 de febrero de 2018

Solo quiero quedarme contigo

Hay días en los que me siento perdida, donde nos imagino bailando sin ritmo en una terraza desconocida, besándonos nuevamente en una azotea con vista al mar. Azul o tal vez verde, no sé. 

La primera vez me perdí en tu mirada, mientras me rompías los esquemas de lo que creía posible -y las medias-. Nos he visto amanecer en un lugar desconocido, cumpliendo una promesa que no quería creer. Con un desayuno, y por supuesto, un café cremoso servido en una bandeja color miel. 

Sonaba el soundtrack de esa película nominada a los premios de la Academia. Tengo tantas ganas como miedo y dudas. Luchamos contra el destino y lo posible con palabras. 

A las 3 de la mañana siempre suena el teléfono y me arranca una sonrisa, para ti ya ha amanecido. Olvidamos quienes somos por un instante e imaginamos otro beso en pleno invierno. 

Olvidamos que con el tiempo todo se vuelve polvo y flores muertas. 

Qué importa. 

Renacemos en la mirada, renacemos en cada nota en la mesa de tu cuarto luego que sale el sol. "Me debes un amanecer". Y antes de largarte, tú jugabas a darme besos. Quería que te quedaras aunque después todo desapareciese. 

Siempre como si fuese el último beso, la última noche, la última mentira. Las ciudades son conocidas pero no para nosotros. Nos dan la bienvenida, algún gato blanco nos mira a lo lejos. Hemos llegado. 

Nos imagino de tantas maneras, volando sin movernos de donde estamos, cruzando fronteras, viajando como el mejor viaje que tenemos cerca. 

6 de febrero de 2018

El poema que te prometí y por fin escribí



¿Es mejor la distancia?
¿Un mar no es suficiente?
¿Un océano lo es?
¿Merece la pena la vuelta al mundo?


El mundo debería darse la vuelta
para que nos encontremos.

Pero, sabes,
ya está girando
y no nos acerca.

Qué pasa con la tristeza
cuando sobrevive a la taza de café
a las miradas a través de la ventana,
al cigarro que nunca quieres apagar,
a los bancos en salas de espera.

Qué pasa con la ansiedad
cuando se instala en la boca del estómago
y no te deja respirar
y no te deja pensar.

Las malditas despedidas
que deseases
que no existieran,
que nos desgarran el corazón
en mil pedazos.


Prefiero no hablar
de cicatrices
ni de heridos
ni de muertos

Dices que te vas
porque allá la vida llegará
y arrastrará con todo
y habrá puntos
y seguidos.


pero solo veo puntos
y comas.

Llegará la paz,
la felicidad saludará,
desde otro tejado,
solo debo bajar el ritmo
me repito


para vivir de nuevo.

Me da vértigo
la posibilidad de despedirme
en el aeropuerto
y no vuelva a ver tu mirada,
jamás.


Nadie volverá a hablar
de cicatrices
ni de heridos.

Sería mejor
no decir nada
porque prefiero la guerra,
cuerpo a cuerpo;
esta ciudad es increíble
porque tú estás en ella.


No me pidas que vuelva
sin ti.

Dices que no rompa más platos
ellos no tienen la culpa;
la paz o la distancia,
la bendita guerra.

Ya nadie habla
de cicatrices
de heridos
ni de muerte.


Aunque ya
ni tú
ni yo
vivimos,
o morimos.

1 de febrero de 2018

Volver a creer

Digo que quiero escribir un libro, pero tengo un montón de textos en borradores que no sé si algún día podré acabar. Tengo un corazón en la mano que quiere volar, pensamos que sanábamos las heridas y quedamos sedientos de abrazos -que se hacen imposibles a la distancia. 

Tan lejos que duele
ya no reconozco tus ojos
ya no me recuerdan 
lo bien que me queda el labial.

Prefiero los abrazos en camas diminutas, que los mares que no saben de amar. Prefiero tus besos bajo el sol de la playa, que los recuerdos de tus manos sobre las mías bajo la nieve. Te dije que esta ciudad calurosa, realmente es fría en las noches, pero no te importó. 

Tengo en la mesita un poemario 
que habla de nosotros.

Hay mañanas que a pesar del dolor llevo vestidos de colores y lencería negra -para sentirme bonita. Hay tardes que a pesar de la alegría no sé salir de esta cama vacía. Una noche ahogué en cervezas toda la esperanza y la ciudad con amargura volvió a brillar. No siempre me cuesta soñar. 

Hay noches que por el miedo tengo los ojos cansados
las sábanas se me pegan al alma;
otras que parezco valiente
y salgo a bailar.

Qué haremos si todos estos kilómetros se quedan para siempre, si no pasamos del prólogo, si de nuevo tu nombre no se junta con el mío. Dónde dejaremos las fotos que no nos tomamos, los libros que no leímos, las películas que no vimos. Cómo se vuelve a creer, cómo se contempla otro amanecer. 

Cuando me decías que tu casa era la mía,
cuando no sabía volver,
cuando te pedía
me despertases antes de marchar


y lo hacías con besos

El tiempo también es fuego, espero nunca sepamos apagarnos. 

26 de enero de 2018

La ruleta rusa

El amor es como una pistola con siete tiros y una sola bala; te apuntas a la sien y disparas, sin saber cuál será la sonrisa que te vuele los sesos. Irás de cama en cama hasta que el tiro y la bala, coincidan. 

El instante justo
en el que mueres.

Jalas el gatillo y te suicidas como un amoricida, solo para verle sonreír cada mañana y gemir cada noche. ¿Cómo va a terminar bien una historia que inicia con un tiro en la sien?

Y ese, amigo,
es el verdadero secreto
que ocultan sus labios.

Click.

bike &girls- easy life



"Y por eso hay quien dice que si no has muerto por lo menos siete veces en vida,
es que no has vivido nada", Loreto Sesma.

23 de enero de 2018

Está bien de la verga el instinto

Da lo mismo cuántas veces me repita que he de tener cuidado, no me hago ni puto caso. Debería empezar a dudar hasta de mi sombra, pero me resulta imposible. –Siempre supe que mi madre estaría en contra, la sorpresa fue que no se opuso contra viento y marea; solo contra él (viento)-. 


Desconfía”, me susurra el instinto al oído, pero yo sigo doblando la apuesta cada vez que inesperadamente me envías otro mensaje –como cada día-. “Un océano tampoco es tanto” me repite el corazón asustado.


Vivimos en un mundo peligroso, este país es un puto disparo a la cabeza cuando faltan 10 para las seis, pero ¿son cosas mías? ¿Será (im)posible?


No quiero creer en ti, no quiero sonreír cada vez que me escribes, quiero mandarlo todo a la puta mierda de una buena vez, joder; pero honestamente miento. 


Quiero creer que se puede, quiero creer que este maldito país no está tan mal, quiero apostar por tus ojos cielo y esa maldita sonrisa de noséquéestamoshaciendoperoqúebien


Quiero mandar todo a la verga.







Quiero
volar;













a tu lado.

18 de enero de 2018

Bon Voyage

Una vez te prometí que tú eras el amor de mi vida; no recuerdo nunca antes haber dicho algo tan absurdo. De todas formas, tú sabes que soy incapaz de mentir(te), por lo que lo más seguro es que fuese verdad, lo que no sabía es que algunas verdades vienen con fecha de caducidad y cambios de verbos; ahora temo tener que conjugarlo en pasado.

Una vez leí en alguna página de internet una frase que decía éramos dos niños jugando a amar y lo hicimos mal, nos amamos de verdad, así que ahora solo quedan verbos en pasados y recuerdos empañados de una pasión y frenesí ajeno.

A eso que llamamos amor le salieron gusanos que devoraban las risas, las sonrisas, los besos hasta dejar un vacío lleno de nada con olor a infierno.

A veces,
el rencor por el amor perdido
el silencio
las preguntas
la nada


Ojalá tengas otro amor de tu vida, ojalá tengas varios amores de tu vida, ojalá desconozcas la costumbre, ojalá más nunca te rocen las falsas promesas. Ojalá no me cruce en tus sueños ni mi recuerdo invada tus sábanas. Ojalá la siguiente temporada de tu vida sea más linda que esos ojos verdes por los que una vez pediste deseos a las 11:11 como si las estrellas fugaces invadiesen tu ventana cada noche. Ojalás. 

16 de enero de 2018

Tengo todos los planes absolutamente olvidados

Siempre le he tenido que pedir silencio a ese tercer ojo mío, al de la nuca, a ver si deja de pedirme que vigile. Siempre llevo el corazón de repuesto, porque al que late, a ese lo dejo en casa no sea que algún cabrón se lo quiera robar.

Pero esta vez, todo ha fallado. El ojo del vigila no ha disparado la alarma y el que late se ha enredado en tus sábanas.

Si me preguntan qué ha pasado solo podría volver a responder que mi segundo nombre es desastre y he vuelto a perder el mando; la diferencia es que esta vez me da igual.

Lo sentí latir
esa mañana,
entre tus besos,
cuando te vi

partir.




Cuando en medio de un bolero me preguntaste qué estábamos haciendo y mis ojos te juraron que lo imposible –aunque ninguno tenga ni puta idea-. La próxima no me preguntes si no es una locura,
ambos sabemos que sí

porque prefiero seguir doblando la apuesta que perder, porque como dice la poeta, lo que para otros es perder el mando para mí es comerme la vida y, además, sería muy tarde para retirarse.

Te prometo que yo solo quiero seguir siendo la golfa de Extremoduro, te prometo que nunca he querido ser la princesa de ningún cuento, ni del tuyo.

Vámonos, y a ver qué pasa.

I had a dream last night that I was sitting on the end of a dock with someone, dipping our feet in icy water and looking up at a starry night sky that

11 de enero de 2018

Mi idiota favorito

¿Sabes? Primero eras un idiota más, uno de esos que quiero ver a los ojos como dos horas; resulta que a veces me impresiona la gente que tiene dos ojos, y los tuyos son los más bonitos que he visto cerrados cuando te beso. Eso no te quita lo idiota, solo te hace un idiota bonito. Bonito como esa vez que caminamos en la noche, borrachos de risas, libres de tiempo, de nombres, y de frío; de todo menos de la resaca que me dio al día siguiente, con el dolor de cabeza de tanto pensar en ti… y en lo idiota que eres; y en que solo quiero que cierres los ojos mientras te beso.