Yo también quiero vivir en la desmemoria, me dije una vez. Quise huir de los recuerdos y los sentimientos. Las malditas guerras emocionales, las noches solitarias y todas las veces que quise atrapar el tiempo en mis manos. Pero el tiempo no lo puedes frenar ni atrapar.
Yo quería besarte en el carro cuando me dejaras en la puerta de mi casa, pero esa escena nunca pasó. No quería que fueses mi rescate ni mi constante, tan solo que me hablaras sin mirar al celular. Y que nunca quisieras irte aunque la gente me preguntara qué coño hago yo con él.
Aun sigo esperando que toques a mi puerta y me digas que la vida sin mí no tiene sentido, que ya lo sé, pero solo quisiera que tú lo supieras. Aquí nunca pasa nada y los domingos amanecemos en camas separadas, desde donde respiramos distinto aire y distintos sueños.
Yo quería olvidar que somos mortales y desayunar poesía. En el teclado sigo escribiendo cartas anónimas que nunca llegarán a tus ojos; tu corazón no conoce mis palabras y es mejor así. Hace tantos días del principio que no existe, te has ido tantas veces que sé que el final está cerca.
¿Qué final
si el principio
no existe?
De nuevo hice las maletas y me subí a un avión que me llevará a una ciudad que he visitado tantas veces y sin embargo no conozco. Solo quiero eliminar las carreteras y los límites. Conocer una ciudad nueva y volver a creer que el amor lo puede todo.
¿Existe?
Quédate con eso, que a puertas cerradas te abrí mi corazón y ahora me lo llevo en la maleta. La ciudad se deshace a mi paso y los recuerdos ahora me hacen más feliz que nunca. La desmemoria solo sería mi condena.