12 de abril de 2013

Ensayo sobre la clase media venezolana.


        La clase media venezolana, más que un bloque de personas que tienen en común una cuenta en el banco con un balance bancario similar, es una pequeña franja entre la indigencia de aquellos que duermen bajo un puente y la burguesía de los que duermen en un jet privado. Es una clase media que a pesar de parecerse a la clase media a nivel mundial, se caracteriza y distingue fuertemente de todas las demás. Es propia de los venezolanos.

        Nuestra clase media tomó una forma particular cuando en el siglo XX llegó a Venezuela el petróleo, la urbanización y la inmigración. Caracteres que nos marcaron y que a pesar del tiempo, hemos ido cuidando y manteniendo. Desde entonces adquirimos unos rasgos que nos negamos a perder, y es que el venezolano de clase media es por lo general consumista, fiestero, luchador, machista, y desapegado a la lectura. Poco a poco nuestra clase media se ha ido acostumbrando a llevar siempre la misma vida, sin variar, llegando a provocar una rutina en su día a día, en su trabajo y en su vida social, bien dice Rawayana (grupo musical venezolano de clase media) en su tema Algo Distinto “el viernes en la noche a la disco, el sábado a cenar, y el domingo la misa con tus papas. ¿Por qué no cambiar un poco nuestras vidas?”. Los llamo a la reflexión, ¿acaso no es cierto? ¿no les recuerda a su fin de semana de cierto modo? ¿está tan lejos de su realidad?

        A donde quiera que vayas siempre nos encuentras, somos minoría pero estamos por todas partes: comprando ropa en Miami, pasando un fin de semana de playa en Aruba, celebrando que nos graduamos de bachillerato en Cancún, tomando unas birras con los panas el domingo en La Guaira, tocando en las gaitas de algún festival intercolegial, en tu restaurante favorito de Las Mercedes, en el cine el sábado en la noche. Allí está la clase media, con un Blackberry, un iPhone o un Samsung en mano.

        Como bien dice Rafael Osio Cabrices en “Nosotros, la clase media” somos una línea de la sociedad venezolana que es capaz de comer sushi sin abandonar la arepa, y eso nos caracteriza más allá de cualquier cosa. Porque nuestra pequeña sociedad tiene la habilidad de disfrutar de lo mejor de cada una de las culturas que se han encontrado en nuestro territorio; todas nos ofrecen parte de su esencia y al irla juntando conseguimos la nuestra propia. Aun cuando no aprovechemos gran parte del arte, los museos o de los libros explotamos al máximo la comida, la música, el sabor y lo llenamos con el calor venezolano, creando así una versión mejorada.

        Desde hace 14 años nuestro país está siendo conducido por un gobierno que pretende adoptar como modelo económico  un nuevo socialismo, el socialismo del siglo XIX, pero que a fin de cuentas es el mismo socialismo de la Europa oriental o el de la Cuba comunista. El socialismo, para aquellos que aun no lo tengan claro se basa en la expropiación de la propiedad privada para que pase a manos del Estado, la equidad, e igualación de las clases sociales. Para ello se hace necesario desintegrar por completo la clase media. Deshacerse de nosotros, pero  mientras lo intentan pasamos de tener una pequeña burguesía a tener una boliburguesía con ostentosos carros rojos, consumiendo de manera desesperada desde el wisky hasta los más inútiles subterfugios hechos por el imperialismo, llámese americano, chino, asiático, inglés, alemán, europeo o como quieran. Y con otra parte de la clase media que no puede tener lo de la boliburguesía y que desesperadamente se va sosteniendo para no caer en picada y dejar de ser clase media.

        Los jóvenes de la clase media no boliburguesa somos una parte característica de nuestra sociedad que está muy bien formada, que le venimos dando a nuestro país lo mejor de que cada uno de  nosotros, y merecemos respeto. Además queremos disfrutar y pasarla bien, queremos formarnos lo mejor posible, queremos dar ejemplo, queremos llegar a ser los futuros líderes del país. Nosotros los jóvenes que pertenecemos a la clase media, los que luchamos constantemente por nuestro país, los que trabajamos cada día para formar una mejor Venezuela, para darle a este hermoso país un futuro más agradable lleno de paz, con un mundo más seguro, con valores éticos y morales, con principios, con igualdades de oportunidades, con respeto a las opiniones y al esfuerzo de los demás, con conciencia ambiental, donde el talento valga más que el dinero, donde no nos dejemos de hablar con nuestros hermanos por diferencias políticas o religiosa, donde no falte el pan en la mesa, donde puedas comprar cuanta harina, azúcar o café gustes en el supermercado porque éstos no escasean, donde los costos de la medicina no sobrepasen la capacidad económica del venezolano medio. 

        Nosotros, el eslabón que faltaba para que nuestro país sea lo que queremos. Nosotros no nos vamos a dejar extinguir.