25 de enero de 2012

Sensación.

Pienso en escribir y no puedo, no porque no quiera, porque sí quiero, sino porque al pensar en escribir solo logro pensar en ti y en mí, juntos. A veces escribir de cosas lindas es más difícil que cuando queremos escribir del dolor. Dolor, lo único que no siento cuando estoy contigo. Quizás es por eso que me cuesta tanto escribir sobre nosotros. O sobre "tú y yo", ya que claro está aún no somos "nosotros".

Pienso en escribir y no me salen las palabras, no sé qué me pasa pero a veces la felicidad me invade a tal punto que aunque consume cada centímetro de mi cuerpo, no siento la necesidad de sacarla. La felicidad, aunque es completamente efímera, como tantas cosas de la vida, cuando está presente es completamente mágica.

Cuando estoy contigo, cuando estoy contigo. Ese momento en el que estamos uno junto al otro. Tú y yo. Yo y tú. Y no existe nadie más. Ese momento es todo. En ese momento debería poder congelar el tiempo y quedarme para siempre a tu lado.

Estando contigo, soy feliz. Eres la persona que tanto buscaba, con la que siempre soñaba, y al fin te encontré. Y estás hoy frente a mí, me miras y me dices que a mi lado eres feliz.

Susurras un "te quiero", ligero como el viento, y siento que se para el tiempo. Lo dices y pierdo el conocimiento, se me detienen los latidos por un segundo tan breve que no notas como mi piel se eriza, como se me pone la piel de gallina. Es en ese segundo, en el que sé que a tu lado siempre seré feliz. Ese instante en el que mis labios se separan y solos, sin mi consentimiento, te contestan que te quiero. ¿Cómo se atreven? Te dicen la verdad y ese segundo queda retenido para siempre en el tiempo de nuestros recuerdos.