10 de diciembre de 2020

Tormentos

La última noche que pasamos juntos no dejé de abrazarte y por mi cabeza pasaba todo el rato el pensamiento de que sería la última vez. Esta mañana tomé un café y me volví a sentar frente al teclado. ¿Podré alguna vez escribir un libro? Tengo ganas de gritar y tengo miedo a equivocarme, a perderme, a no volver. 

La calle donde vivo está llena de una alfombra naranja de hojas secas. Es un misterio lo bonita que es. Jugamos a ser marido y mujer pero ahora vivo con una desconocida con quien no quiero vivir. Me repito que todo es temporal. Inlcuso nosotros. 

Camino viendo a Venecia a lo lejos. Tengo miedo al futuro. Estoy lejos de todas las personas que me importan y solo me tengo a mí. Ahora sé que nunca caminaremos por estas calles como los extraños más enamorados del mundo, que nunca te tomaré de la mano en el avión ni te mostraré mi forma de viajar -aunque mi forma de comerme el mundo ya la conoces-. 

Me estoy permitiendo ser y sentir. He llorado tanto y he reído tanto, he hecho la compra y me he perdido en un pasillo lleno de promociones sin ningún orden coherente al que aferrarme, me he perdido caminando por una nueva ciudad y es el mejor sentimiento del mundo. 

Tal vez en diez años nada de esto exista y esté bajo el agua y sea el recuerdo de una ciudad que existió y se hundió. Supongo que eso me hace afortunada. Una privilegiada, me digo a mí misma. 

Contruir una vida desde las ruinas de un corazón vacío. Eso es lo que estoy haciendo ahora. Ojalá la soledad me ayude a ser más fuerte. Vivo rodeada de mar, vivo en la isla con los atardeceres más bonitos del universo. Veo el Sol ponerse cada tarde en una laguna de agua salada y teñir el cielo de naranjas y violetas. Las lágrimas son del color del mar y me refugio en canciones que me recuerdan al hogar que perdí. Es como si un torrente de tristeza se hubiera instalado en mis ojos y amenaza con quedarse a vivir; se me atragantan las palabras de tanta ausencia en los ojos. 

Creo que me quedé yo sola con los sueños que pensé que habías compartido conmigo y ahora me doy cuenta que no fue así. La vida frente al abismo. Echo todo de menos. Echo de menos a todo el mundo y me atormenta la incertidumbre de no saber si nunca más volveré a ver a alguien. Porque tuvimos la dicha y la miseria de nacer en un país que nos obliga a dejarlo y cada quien toma un destino diferente. Me atormenta el mar que no puedo sentir en la piel por el frío, la vida cuando corríamos en contra del tiempo y cada día era una día que habíamos ganado para estar juntos. 

7 de diciembre de 2020

Todo va a estar bien

Muchas veces pensé, al escuchar estas líricas, que no quería. Muchas veces pensé que estaba siendo estúpida, ¿por qué no querría? 


No quiero, no quiero, no quiero. No quiero despertar en cinco años y verme encerrado en ti. 


Creo que, siendo honestos, es el miedo que nos hace cuestionarnos constantemente. La verdad es que fuiste tú el que no quiso. Quien abrió los signos de interrogación y puso el punto y final. Pensamientos van y vienen, situaciones van y vienen, personas van y vienen. ¿Cómo no lo voy a saber? Si las estoy viviendo todas al mismo tiempo. 


Hoy tuve que detenerme en medio de la nada porque no podía seguir pedaleando mi bicicleta; me faltaba el aire. Me permití a mí misma darme un descanso, parar y sentarme. Tenemos que ser más gentiles con nosotros mismos. Una amiga me vio, se detuvo y se sentó en el suelo a mi lado. Me cuestioné. Luego ella me recordó que todos tenían dos meses pedaleando por estas calles y, en cambio yo, justo estaba comenzando a hacerlo. 


Somos un montón de desconocidos que dejamos nuestras vidas apartadas para venir a una isla a cumplir una meta compartida. Eso nos tiene que hacer algo más que desconocidos, ¿no?


La noche que le pusiste el punto y final a nuestra historia pensé que esto solo me pasaba a mí. Necesitaba un abrazo, pero me dieron unas palmaditas en la espalda acompañadas de un "todo irá bien". La verdad es que sí, todo va bien. Unas semanas después esa misma persona atravesó la misma situación. Le di un abrazo, le invité un trago y me marché. 


Todas las cosas en la vida tienen un final. Las relaciones no son la excepción. No existe un manual, algunas lo hacen antes de empezar, otras después de un reencuentro, otras ante una inminente separación. Esto es la vida. Momentos amargos que nos recuerdan que la felicidad existe, para que no olvidemos valorarla cuando la tenemos. Para que no te pase por delante y te salude, sin que vayas a por ella. 


Ríe, disfruta, y enamórate todas las veces que puedas.


Que al final, todo estará bien.

5 de diciembre de 2020

De amores, sueños y maletas

Hace algunas noches que al cerrar los ojos se me presenta la sombra de tu recuerdo. No te veo, no estás, no eres. Pero eres tú, en una energía sin rostro ni forma que se siente como tu presencia. Me he dado cuenta que ese muchacho al que conocí, que se quería comer el mundo y la sobraba energía, no fue el mismo que dejé al partir. Una oscuridad se fue posando lentamente en ti. 


Fuimos como la arena en la playa. Luchamos durante meses para acumular nuestra propia montaña de arena, pero se nos escapó entre los dedos. Ya no me reclamo a mi misma por haberme ido; nadie puede sostener la arena eternamente entre sus manos. De aquello que fuimos, ya nunca más seremos. 



Anoche estaba soñando en reencotrarme con alguien. Hacía frío y el viento sonaba como olas que reventaban contra mi ventana. Me dijo, casi como un reclamo, que yo nunca me quedaba quieta en un solo lugar. Le respondí, con la certeza de quien ya ha perdido más de un amor por ese desenfreno constante, que yo nací para ser del mundo, para explorarlo, conocer culturas, aprender idiomas, probar nuevos sabores y no parar. Me sonrió. Me dijo "tú siempre has sido así, si quiero estar contigo, tengo que aprender a moverme entre mares y paísajes". Fue un sueño bonito y dormí feliz. 


Ojalá algún día ser

esa persona por la que cruzarías océanos

solo por quedarte a su lado.


Algún día llegará esa persona que no le tenga miedo a meter su vida en una maleta y empezar, todas las veces que sea necesario, en un nuevo lugar. Mientras sea juntos.