26 de marzo de 2014

Nada me basta.

Yo lo quiero todo, todo, porque a veces nada me basta. 

Quiero tus abrazos de madrugada, tus secretos dichos bajito. Quiero estirar la mano y encontrarme con tu piel, abrir los ojos a las 2:55 AM y encontrarte a mi lado, tal vez despierto, tal vez soñando, pero a mi lado. Quiero sentir la plenitud, la pesadez de tus pestañas sobre mis sienes. Quiero amarrarte un «TE QUIERO» en la espalda y un «TE EXTRAÑO» aunque estemos en la misma cama. 

Yo lo quiero todo, porque a veces no soy completamente feliz y te miento cuando digo que sí. Te quiero a ti y a tus ojos color café. Quiero una mañana que dure mil años, escuchar lo que tu boca calla, pero tu corazón grita. 

Lo quiero todo porque ya nada me basta.
Sólo .

24 de marzo de 2014

- Si te ven aquí, conmigo, te matarán.

- El manto de la noche me esconderá de ellos. Con tal de que me quieras, que me encuentren aquí. Más vale que acabe mi vida por su odio que prolongar la muerte sin tener tu amor.

7 de marzo de 2014

A ti.

- ¿Qué es lo que quieres, Hitch?
- A ti. Por... por un montón de razones sin ningún sentido para mí. En fin, con todo lo que nos ha pasado en qué, ¿tres citas? Pero ahí está la locura. Es una looocura... lo sé... estoy seguro... lo sé, lo noto aquí, en esta zona... de eso estoy seguro. Quiero... quiero ser... desgraciado, pero pero pero muy desgraciado... porque si eso es lo que hace falta para ser feliz, entonces... Oye esto no ha salido bien... ¡¿Pero qué leches te pasa?!
- ¡Nada!
- No no no no, a ti no, a ti no, a mí... ¡Haaablo conmigo mismo!

5 de marzo de 2014

No te engañes.

Claro que ella va a decir que está feliz sin ti y va a deslumbrar con su sonrisa hermosa, cómo no. Pero tú que la conoces mejor que nadie deberías saber ver dentro de sus ojos verdes. 
Cariño, la destruiste.

4 de marzo de 2014

La fémina.


- Qué poco entiende usted de mujeres, Daniel. Me juego el aguinaldo a que esa pollita está ahora en su casa mirando lánguidamente por la ventana en plan Dama de las Camelias, esperando que llegue usted a rescatarla del cafre de su señor padre para arrastrarla en una espiral incontenible de lujuria y pecado.

- ¿Estás seguro?
- Ciencia pura.
- ¿Y si ha decidido que ya no quiere verme más?
- Mire, Daniel. Las mujeres, con notables excepciones como su vecina la Merceditas, son más inteligentes que nosotros, o cuando menos más sinceras consigo mismas sobre lo que quieren o no. Otra cosa es que se lo digan a uno o al mundo. Se enfrenta usted al enigma de la naturaleza, Daniel. La fémina: babel y laberinto. Si la deja usted pensar, está perdido.
Recuerde: corazón caliente, mente fría.

Carlos Ruíz Zafón.