- Qué poco entiende usted de mujeres, Daniel. Me juego el aguinaldo a que esa pollita está ahora en su casa mirando lánguidamente por la ventana en plan Dama de las Camelias, esperando que llegue usted a rescatarla del cafre de su señor padre para arrastrarla en una espiral incontenible de lujuria y pecado.
- ¿Estás seguro?
- Ciencia pura.
- ¿Y si ha decidido que ya no quiere verme más?
- Mire, Daniel. Las mujeres, con notables excepciones como su vecina la Merceditas, son más inteligentes que nosotros, o cuando menos más sinceras consigo mismas sobre lo que quieren o no. Otra cosa es que se lo digan a uno o al mundo. Se enfrenta usted al enigma de la naturaleza, Daniel. La fémina: babel y laberinto. Si la deja usted pensar, está perdido.
Recuerde: corazón caliente, mente fría.
Recuerde: corazón caliente, mente fría.
Carlos Ruíz Zafón.
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