28 de octubre de 2015

Acá en el pueblo.

Todos somos mendigos en esta tierra de despojos, de cascajo, de ojos de vidrio hechos pedazos. Nadie mira ya el abismo: el abismo nos comió, solo existe el pesimismo, nadie es nadie, ya ni dios.
El valiente salió y no volvió, ya nadie se acuerda de él, una mujer llora y no sabe por qué. El silencio ya no visita, este es el reino del caos, el loco tiene corona y la combina con su disfraz. La felicidad se fue a la quiebra, pero acá olvidamos con ginebra.
Entre nosotros nos matamos, para tener algo que hacer, cuando no estamos estancados, nos gusta hacernos retorcer. Todos acá estamos bien.

27 de octubre de 2015

He soñado.

Me he despertado entre lágrimas de un sueño. En mi sueño dejabas a un lado tus miedos y venías por mí. Venías como si nunca lo hubieses dudado y me permitías borrar todo rastro de mi labial con tu cuello, y sin pensarlo, me arrancabas el orgullo y la falda a versos.

He soñado que entre beso y beso descubrías cada una de mis curvas y cada constelación que habita en mi piel. He soñado que las yemas de mis dedos se sabían de memoria el trayecto, y mi boca, cada sabor.

Y sonábamos al unísono.

He soñado que noche a noche y día a día desnudabas mi alma y conocías cada uno de los recovecos que nadie me había llenado. Soñé que me desnudaba, y con saliva me curabas cada herida de bala que yo no disparé.

Soñé que éramos valientes y no dejábamos que los miedos ni los cuentos evitaran que escribiéramos la historia más bonita que se ha escrito jamás. Soñé que te quedabas.

Pero solo era eso: un sueño.

24 de octubre de 2015

Carta para un amor que sí fue.

Hola, ¿cómo estás? Pienso en ti a diario. Juré que no te lo iba a decir pero es que no se me ocurre otra cosa. Cierro los ojos y ahí estás, sueño y ahí estás, veo una flor silvestre que me recuerda a la que me regalaste aquel día sin ninguna razón, y ahí estás. Miro a una pareja de niños, tomados de la mano, y nos recuerdo juntos, y ahí estás. Vivo, y ahí estás. Eres como una dulce pesadilla, verás, te sigo amando y ya no estás. Y ya no estás desde hace tanto, y sin embargo estás.
¿Cuántos años fueron? No sé, ¡qué más da!, como si el amor se midiera en tiempos. Éramos unos niños jugando a amarse, y lo hicimos mal, nos amamos de verdad. Recuerdo tu cara en la mía, tu pelo, tu voz. Cuando te sueño estás igual, con tus ojos, me encanta que eran dos, con tu pelo, amo que era negro, con tu piel, tu barba a medias, tus pestañas, tus piernas, tus abrazos, todo tú. Cuando te sueño sufro un poco, porque solo es eso, un sueño. Cuando te sueño y despierto sufro porque ya no estás. Han pasado tantos años y sin embargo no te vas.
Te escribo porque no tengo mejor manera de besarte, te pienso porque es mi forma de amarte, te recuerdo para no olvidarte, y me marcho para no matarte.
Amor, querido amor, espero que tú estés bien. Amor, me despido, porque esto tiene que acabar.
Adiós.
Adiós, amor.

20 de octubre de 2015

Reflejos rotos en agua de lluvia.

En la fragilidad de su cuerpo caminó descalza hacia la ventana, se asomó en la tristeza y vio el reflejo roto de sí misma en el cristal. Vacía en la existencia de nada, se llenó de fallas, de batallas perdidas, de errores, de llanto, de espanto. Colmada de miedos y fantasmas, de horrores, de celos, coraje, y tropiezos malditos que la hacían sentir morir. Se asesinaba de a pocos, para que nadie lo notara, para no verlo ni ella. Se sumió en almohadas empapadas de lágrimas, se refugió en las palmas de sus manos, en el grito ahogado, en las noches largas que la ocultaban de su propia visión. La soledad se volvió su única acompañante, una extraña enemiga odiada a la que recurría a falta de todo. Odiaba su cuerpo, odiaba su voz, odiaba incluso el instante en que nació. Y mirando su reflejo brillante de lluvia, se sumergió en lo más grande que tenía, su temor, y se ahogó en él. 
“Niña, no temas, niña no llores, niña no pienses, no temas, no te rompas, no te hundas, no te dejes, no te mates, no te vayas. Niña, yo te quiero. Quiero tu cara y tus manos, tu llanto y tus fallas, tus rodillas raspadas de tantas caídas, tu pelo, tu respiración, tu frustración, tus miedos, tus celos, tu fragilidad, tu reflejo en la ventana, tu existencia hecha añicos, tus rincones, tus vacíos, tus lamentos, lo violento de tus tiempos, tus razones. Niña, mira bien ese reflejo, los cristales cortan, pero cómo brillan. Niña, no tengas miedo, niña”. -Dijo la soledad al ver sufriendo a la niña. Y la tomó de la mano, y la sacó del vacío, y la salvó de sí misma y se fue. Y se quedó sola de nuevo. Y se fue.

13 de octubre de 2015

"Como tienes el cuarto, tienes la vida".




Ella es desordenada. En su cuarto y en su cabeza. No es capaz de tener las cosas en su sitio; pero sé que siempre tiene un hueco reservado para mí, y es todo lo que necesito para quererla. Que una persona con un desastre interior de ese calibre tenga tiempo y espacio para mí solo puede ser amor.

9 de octubre de 2015

¿Amor?

Y sabes que es amor cuando todos los errores de tu vida se vuelven perfectos, porque si no los hubieras cometido no estarías donde estás ahora… 

y no lo hubieras conocido.