31 de diciembre de 2014

Aprendí.

Este año me enseñó tantísimas cosas. Ahora sé que se puede caer en abismos muy profundos y no tener ganas de regresar. Se puede hablar muy fácil del invierno pero es más difícil vivirlo y, en cambio, siempre va a ser más sencillo sentir la primavera que hablar de ella. Tampoco hay días malos, sólo momentos malos que arrastramos durante todo el día. Se puede ver hacia delante y sentirte orgulloso sabiendo que lo que hubo atrás te hizo llegar aquí. Sentirse acomplejado es normal, igual que conocer gente nueva también da miedo. Aprendí que la soledad, a veces, llega a ser tu mejor compañía, y que a pesar de todo el mal que causaste y todo el daño que te han hecho, hoy sabes regalar amor. Se puede conocer a alguien y sabértelo completito de memoria, y se puede recordar a los que ya no están sin quererlos de regreso en tu vida. Es posible amar tan fuerte que te rompa. Se puede ver pasar el tiempo mientras estás en pausa. Hay dolor, angustia y desesperación, por s e p a r a d o, o todoalmismotiempo, en todo tu ser. Existen besos que cambian vidas por completo, y abrazos que reparan el alma. El 2014 me enseñó que no saber hacia dónde vas no tiene nada de malo y que en ocasiones un cigarro puede ser tu mejor amigo. Pero sobretodo aprendí que los sentimientos son los únicos que se quedan cuando las personas huyen.

27 de diciembre de 2014

Ilusión juvenil.

Dicen que la adolescencia es una etapa de la vida que cualquier persona quiere dejar atrás. Se apresuran por crecer, por madurar. Ansían convertirse en adultos para que la sociedad les confiera esa credulidad de la que careces en tu juventud. ¿Quién iba a tomarse en serio la mentalidad de un niño cargado de hormonas? Y yo me pregunto, ¿por qué no? ¿Por qué ese empeño en infravalorar nuestras decisiones? 

Somos inestables, somos inexpertos pero, ¿qué tiene eso de malo? Disfrutamos cada día como si fuera el último, llevamos nuestras sensaciones al límite. Nos ilusionamos, nos decepcionamos y volvemos a confiar. Creamos un mundo nuevo con cada amigo que hacemos. Creemos en un futuro mágico que nos hará famosos cantantes o expertos escritores. Tenemos amores de un día, de seis meses o de dos años. ¿Qué tiene eso de malo? ¿Acaso pecamos por soñar despiertos? 

O quizá es éste mundo tan jodido que al final lo único que nos quede sea eso: madurar. Convertirnos en nuestros padres y abuelos, mirar a nuestras futuras generaciones con sarcasmo cuando nos hablen de sus planes de futuro o cuestionar a sus primeros amores por el simple hecho de no tener edad suficiente para comprometerse, para conocer el significado del amor. ¿Acaso hay un requisito mínimo de edad para llegar a querer a alguien sinceramente? 

¿Llegará el día en el que me levante de la cama y vea a mi pareja sin verla, después de años de desgastada convivencia y aun así ponga en duda el frenético latir de un corazón joven enamorado? Si lo que los adultos conocen por amor es compartir cama y gastos de facturas, no creo que yo quiera ser una de ellos.

20 de diciembre de 2014

Miedo.

¿Qué sería de nosotros sin el miedo? Tal vez sin él nos arriesgaríamos más por eso que merecemos. Nos aventaríamos al vacío sin temer a la caída, los golpes, el dolor y el después de todo. 

Aunque, de tanto en tanto, el miedo resulta bueno, es nuestra alerta de que sentimos algo mínimo ante las situaciones que atravesamos. Nos detiene, nos hace pensar y nos evita cometer alguna estupidez, algún error del cual nos podamos arrepentir. Aunque igual lo cometamos. 

¿Por qué tanto miedo si equivocarnos nos sale tan bien?, digo, esos errores que se asoman mucho o poco en nuestro pasado nos hacen lo que hoy somos, y vaya si no somos buenos, o al menos somos mejores de lo que solíamos ser gracias a esas caídas y a esos "por algo pasan las cosas". 

Deberíamos aprender a disfrutar esta vida y nuestras fallas, porque al final es la única que tenemos y aunque el camino sea incierto, el desenlace es seguro. El miedo es el único indicativo de que estamos vivos y no puedo pensar en nada mejor que ello.

17 de diciembre de 2014

Así era esta mujer.

Era una mujer que cometía errores, que a veces lloraba un lunes por la mañana o por la noche en la cama. Era una mujer que a menudo se aburría de su vida y le costaba mucho levantarse para ir a trabajar. Era una mujer que con frecuencia tenía un mal día, se miraba al espejo y se preguntaba por qué no iba más a menudo al gimnasio. Era una mujer que a veces detestaba su profesión y se cuestionaba por qué razón tenía que vivir en este planeta. Era, en fin, una mujer que a veces entendía mal las cosas.


Por otra parte, también era una mujer con un millón de recuerdos felices, que conocía el significado del amor verdadero y que estaba dispuesta a gozar de la vida, del amor y a crear nuevos recuerdos. Tanto si tardaba diez meses como diez años, ella obedecería el mensaje de él. Fuera lo que fuese lo que le aguardaba, sabía que abriría su corazón y lo seguiría allí donde éste la llevara.

16 de diciembre de 2014

Ella: menos que ninguna.

No podrá quererle como le quería yo, no podrá adorarle de ese modo. No sabrá advertir hasta el menor de sus más dulces movimientos. Es como si sólo a mí se me hubiese concedido la facultad de apreciar el verdadero sabor de sus besos, el color real de sus ojos. Lastimosamente, nadie más se divertirá con esos tiernos caprichos.

14 de diciembre de 2014

Conversación conmigo misma.

Ejercicio: Toma papel y bolígrafo. Siéntate cómodo y comienza a escribir durante diez minutos todo lo que pase por tu cabeza. No puedes parar. No puedes borrar ni enmendar. Solamente podrás escribir una lluvia de ideas, crear sin reflexionar al respecto. 
¡Comienza el juego!

Otra vez lo mismo. Odio esta actividad, me parece súper complicada. A ver si esta vez consigo escribir algo más que ideas balbuceadas al azar. ¡Mira!, un pájaro, el olor a césped y a lo lejos el motor de los carros. Carro tras carro y muchos pájaros. Un pato juega con el agua. Que maravilloso este mundo, quién hubiese pensado que la Universidad Simón Bolívar tuviese tantos recovecos para escribir. Hace más de un año que quería venir a la laguna y reencontrarme con mi soledad. Que fino estar aquí hoy, además el día está precioso. Hablando de soledad, entiendo a los románticos. Al final del dolor está el gusto de hundirse en él hasta poder escribir. Es delicioso, pero no podemos encerrarnos en la melancolía, en el dulce placer de la nostalgia. Desde la felicidad no se escribe así porque parece no sentirse nada, puesto el único que rompe es el dolor. ¿Quién dice que ser nostálgico es malo? Siento lo mismo que cuando nos hablan del lado correcto de la historia, calumnias. Falacias. Quisiera que la soledad entendiera el placer y el goce de la soledad, el dolor, la nostalgia y la melancolía: que no se avergüencen de ella. Poco a poco se agotarían los prejuicios. Alguien que quiero mucho me dijo una vez que cuando se está triste es necesario hundirse en el dolor, permitirse a uno mismo el caer y llorar, pero también hay que peinarse y volver a salir a la calle a seguir viviendo con la sonrisa en alto. Y claro que tiene razón, no lo dudo ni un poquito. Luego de la tristeza que acompaña a la soledad hay que volver a ser feliz, así como el ave fénix. Renacer de las cenizas, morir para volver a nacer. Ahora ha empezado a llover. ¡Que clima tan inestable! El destino me da un pedacito de razón. El gran acompañante de la soledad es la lluvia. Protegidos bajo un techo sin paredes no puedo evitar buscar el arco-iris que no está. Me identifico bastante con esa imagen, yo también sé reír y llorar a la vez. El sol tampoco está, ya se escondió. Tal vez en un mundo donde todos seamos patos, la lluvia podría ser todavía mas encantadora. Míralos jugar.

9 de diciembre de 2014

Descripción gráfica de la vida.

Cerveza caliente. Pega de una marca barata. Tener hachís y no tener con quien compartirlo. Escuchar buena música en unos auriculares que solo funcionan de un lado. Tener entradas dobles para el mejor concierto del año, y no tener con quien ir. Leer una novela impecable y extraviarla antes de terminar el último capítulo. Gastarte todos tus ahorros en unos tacones alucinantes, y que se dañen antes de llegar al local. Conocer a un chico que te atrae físicamente, gustarle y al poco darte cuenta que no tienes nada en común con él, aburrirte sin saber qué decir. Seducir a una chica espectacular y que en la cama no se te acabe de poner dura, ver la decepción en sus ojos. Conocer a la mejor persona del mundo y que se vaya a vivir a otro país.