Hace tres meses un hombre empezó una lucha por mi país. Una
pelea limpia, sin insultos ni faltas de respeto, una pelea para sacar un país
adelante. Mi país. Una tierra hermosa, llena de personas conformistas e
ignorantes, de ricos y pobres, de gente llena de odio y corrupción. Personas que
hipócritamente aseguran amar a su patria, pero no hacen nada para sacarla
adelante, para crecer como país y como ciudadanos del mundo.
Hace tres meses un hombre fue repartiendo esperanzas a los
venezolanos que desde hacía muchos años exigían un cambio. Fue casa por casa,
pueblo por pueblo ofreciéndonos esperanzas para un país mejor, un país de todos
y de cada uno de nosotros, un país unido y lleno de progresos. Un país que con
mucho esfuerzo y dedicación, entre todos iríamos sacando adelante. Con un
proyecto prometedor que se comprometía a atacar cada debilidad que poseemos
actualmente, para que Venezuela diera lo mejor de sí.
Muchos nos unimos a esa lucha, muchos jóvenes nos pintamos
la cara de esperanza y mano a mano nos esforzamos en poner nuestro granito de
arena. Confiamos en este hombre y contribuimos con pequeños detalles que para
nosotros marcarían la diferencia.
Al país completo se le ofrecieron dos alternativas, dos
frentes con dos hombres con visiones similares y completamente diferentes de
cómo gobernar un país como el nuestro. El primer hombre (nuestro presidente
actual y presidente del país desde hace catorce años) ofreció más promesas a
nuestro pueblo, las cuales se pueden sumar a la lista de promesas que aún,
catorce años después, no se han cumplido. Dio discursos llenos de odio e
insultos hacía aquellos que no estaban con él, y lamentablemente nos ofreció
más de lo mismo. El segundo hombre es aquél del que hablé al principio de la
historia, nos ofreció un camino, nos ofreció progreso, y nos ofreció un libro
de promesas y esperanzas que todos esperábamos no se quedaran solo en palabras.
Ayer fue el día decisivo. Ayer fueron las elecciones
presidenciales de Venezuela, en las que se decidiría el futuro presidente de la
República por los próximos seis años.
No me enfrascaré en puntos que se escapan de mis manos. No me
interesa ya si realmente hubo fraude o no, si hubo trampa, si invirtieron los
resultados, si hay votos desaparecidos, si nos engañaron, si se compraron los
votos…. Ya nada de eso importa. El pueblo habló y tomó una decisión.
El 54% de los venezolanos, eligieron al primer hombre,
eligieron democráticamente darle el poder al mismo ciudadano por seis años más,
lo cual se convierte en veinte largos años a la cabeza de un país. El otro 47%
eligió al segundo hombre, intentaron darle la oportunidad a un nuevo ciudadano
de dirigir a su pueblo.
Yo no voto. Soy menor de edad, pero tengo tres años
participando y colaborando con Voto Joven (un movimiento de jóvenes de todo el
país que cree que el voto es tu llave, y lucha para tener unas elecciones
transparentes), en todo lo que me ha sido posible. No voto, pero yo formo parte
de ese 47% que cree en el cambio. Yo formo parte de todos esos jóvenes que
reclama su derecho de conocer otro presidente para su país. Estoy sumamente agradecida
con todas esas personas que salieron a ejercer su derecho al voto para escoger
no solo su futuro, sino también el nuestro, el de esta nueva generación. Hoy me
pregunto, ¿qué clase de democracia es tener al mismo mandatario en el poder por
más de diez años? El mismo Simón Bolívar (a quien tanto nuestro presidente alaba)
lo dijo, no es sano. Los llamo a que reflexionen este punto.
Hoy los he escuchado quejarse de la otra mitad del país que
no piensa igual que tú. He escuchado a los chavistas faltarnos el respeto,
igual que han hecho los opositores. Esta mañana leí un comentario que me dejó
pensando, decía algo sobre que “a los majunches” los mueve el odio y que es por
ello que ahora tendríamos que tragarnos todas nuestras palabras. Por favor,
piensen lo que dicen antes de hablar, ¿a los antichavistas nos mueve el odio?
¿Han escuchado los discursos del presidente, llenos de insultos y odio hacía
casi la mitad del país, y a veces hacía sus seguidores mismos? ¿Me han visto
faltarle el respeto a algún chavista o al mismo Chávez? ¿Si? A mí y a la
mayoría de los opositores lo único que nos mueve es el cambio y el deseo de
tener una Venezuela mejor. El deseo de conocer otro gobierno para nuestro país
y nuestra memoria. Y si alguna vez he maldecido algo, ha sido la decisión que
tomaron anoche.
Yo sí voy a felicitar a todos los venezolanos que ayer
votaron por Chávez, porque por si no se dieron cuenta escogieron seguir
viviendo con apagones, inseguridad, falta de vías, falta de mantenimiento de
las calles y de aseo urbano, expropiaciones y falta de educación realmente
igualitaria. Ustedes votaron por esto, por seguir viviendo con miedo. Votaron
porque sus madres se trasnochen cada vez que ustedes salen. Votaron por el
hampa. Después lloran cuando se meten en sus casas y les roban sus
pertenencias, que muchas veces consiguieron con esfuerzo y sudor. Lloran cuando
el hampa les quita a algún ser querido, y salen con miedo de que los amenacen
con quitarle la vida por algo tan sobrevalorado como un celular, o peor aun,
que realmente les quiten la vida por ello. Pueden abstenerse de quejarse y
hasta de volver a llorar por la falta de competencia del gobierno.
Les doy las gracias a esos siete millones setecientos
treinta y un mil novecientos setenta y dos (7.731.972) venezolanos por hacer
que en nuestro país cada vez hayan más despedidas, y no solo por aquellos que
se van del país en busca de una mejor calidad de vida, sino además por todos aquellos
que el hampa se llevó a una supuesta mejor vida. Gracias por las lágrimas de
nuestras madres y por las nuestras mismas.
Yo seguiré luchando por un país mejor. Porque yo sí amo
Venezuela, y más allá de que apoye a Capriles o a cualquier otro, lo hago con
fundamentos. No creo que él sea un mesías, como se han referido a él varias
veces de manera despectiva, simplemente él es el primer hombre que después de
catorce años nos ofreció una verdadera alternativa con un buen plan de
gobierno. Espero que nadie haya votado por él solo por salir del presidente
actual, pues debemos aprender de nuestros errores pasados, y eso sería cometer el
mismo error que hicieron nuestros padres al elegir este gobierno solo para
salir de Caldera, sin analizar a fondo su propuesta. Yo apoyo a Capriles porque
después de 14 años nos dio esperanzas, algo que hacía mucho, casi todos los
opositores, habíamos perdido. Capriles me hizo imaginarme un país mejor, el
país por el que tengo tres años luchando y soñando, y por el que seguiré
luchando... Él no nos defraudó, y nosotros a él tampoco. El problema va mucho
más allá.
Perdimos una batalla, más no la guerra. Venezuela se
despertó triste, silenciosa, porque anoche el hampa volvió a matar. Mató las
esperanzas de seis millones trescientos veintisiete mil cuatrocientos
veintinueve (6.327.429) venezolanos. Nos pintamos la cara color esperanza, y
con lágrimas se me borró. Mataron las esperanzas que teníamos puestas en el
ayer, en el 7O, pero no mataron a Venezuela. Mañana será un nuevo día, llegó el
momento de que todos mejoremos como venezolanos y dejemos de faltarnos el
respeto por no tener la misma ideología política. Vamos Venezuela, en diciembre
nos espera otra batalla que es igual de importante (y ahora aun más) de lo que
fue esta. Agarren sus gorras tricolor y sigamos adelante. Ya nos enseñaron que
hay un camino, que sí existe y sigue ahí, es nuestro turno de recorrerlo.