13 de noviembre de 2022

De hoys y mañanas

Hace un año, una noche mientras me besabas el cuello, me di cuenta que estaba tan ocupada viviendo que había dejado de escribir. A veces, como en ese momento, se me ocurría la frase perfecta para empezar este texto, pero ponerla en papel hubiese sido pausar el momento, por lo que la dejé pasar. Una noche, otra distinta, pensé en la metáfora perfecta para hablar sobre ti; pero por mucho que quise retenerla en mi retina, se desvaneció antes de llegar al papel. 

Qué miedo me da la vida, me digo a veces. Qué miedo no saber si tus sueños y los míos se volverán a encontrar en algún momento. Si tendremos la determinación para hacerlo pasar. Que nuestros caminos se cruzaran no fue una coincidencia, ¿pero será una coincidencia la única que nos pueda volver a encontrar? Hoy te escuchaba al otro lado del teléfono y mi inconsciente me decía que necesitaríamos mucho más que una coincidencia para hacerlo pasar. 

Por primera vez, desde que entré en este sinuoso mundo al que le llaman adultez, mi inconsciente me traiciona y me suma años que aún no he cumplido. A mí, precisamente, que me empeño en asegurar que todavía tengo 22. ¿Qué son estas ganas de adelantar el tiempo? ¿De no estar en el presente? ¿De no reconocerme? 

Hoy escribo esta carta que es más para mí, que para ti. Hoy es uno de esos días en los que no estoy muy segura de quién soy ni de cómo voy a hacer para convertirme en quien quiero ser y llegar a donde quiero estar. Hace muchos años leí un autor catalán que decía que el secreto de la vida era dejar de estar al rebufo de un vagón que te lleva hacia alguna parte sin que tú tengas ningún control. A veces me siento un poco así: avanzando en dirección a ningún lado, porque no sé hacia donde estoy yendo. ¿Aló? Síndrome del impostor, ¿eres tú?

A veces pienso que eres mi piedra angular, mi cable a tierra. A veces ese pensamiento me parece una locura. ¿Cómo saber cuándo es un buen momento para dejar el pasado, en el pasado? ¿Seremos presente? ¿Habrá un futuro? Hoy es el futuro, con sus millones de alternativas, lo que me angustia. "Trágame tierra y escúpeme en el futuro". Un trago de ron y un abrazo al alma, es lo que me hace falta para soltar esas lágrimas atascadas detrás de los párpados, que ni siquiera logro saber a qué se deben. 

Un viaje en el tiempo confuso donde ya no sé en qué línea temporal estoy parada. Pero esto es hoy. Mañana es un nuevo amanecer, y lo único que me debo a mi misma es enfocarme en lo que quiero hacer. Los sueños sí se cumplen, pero hay que trabajar para hacerlos realidad. 

4 de noviembre de 2022

Enjaulada

Me siento atrapada en una jaula donde el suelo esta lleno de pequeñas piezas rotas de cristal y no puedo conseguir la salida. Me sofoco, me descubro claustrofóbica, encerrada en un espacio oscuro y lleno de humedad, donde el frío te cala de a poco hasta los huesos. Me consigo durmiendo demasiado, evitando tareas cotidianas, findiendo la sonrisa solo para encajar en un mundo al que no quiero pertenecer. Qué cochino es el dinero y, a veces, la vida. ¿Por qué tengo que escuchar a este imbécil hablar de cosas que no me interesan y fingir la sonrisa? Esta vez no puedo volver a empacar mi vida en una maleta porque la mochila pesa demasiado para moverse. ¿Dónde queda la esperanza? ¿Dónde está la salida? No me confundan, no estoy deprimida, solo estoy atrapada en una jaula que no me deja respirar, que me da náuseas respirar, donde preferiría no distinguir entre bondad y oscuridad porque todo es mórbido. ¿Por qué es tan difícil reconocer los momentos buenos cuando los estamos viviendo? Fui tan feliz en la ciudad de los dragones y creo que lo sabía, pero no entendía la magnitud de lo que significaba esa felicidad. Era libre, éramos mis maletas y yo para viajar y conocer, para moverme liviana. Me siento como un ave encerrada en una jaula de la que necesito salir, necesito ser libre, necesito viajar sin saber lo que es parar.

28 de agosto de 2022

Día 671

Hoy abrí una caja nueva de cigarros 

otra de tantas que he abierto desde entonces 

y me di cuenta que más nunca volteé el de la suerte, 

porque mi suerte se acabó el día que dejaste de estar conmigo. 

Recuerdo exactamente el olor de la ciudad en el instante que todo acabó

mis interrogantes y la rabia que acompañó al dolor.

Te dije tantas veces que me daba miedo estar contigo por el cigarro 

y desde entonces no he podido dejarlo.


Quizás es lo único que me mantiene conectada a ese momento, 

a nosotros,

a nuestra vida y sus mil futuros, 

a mis esperanzas sobre nosotros, 

al supuesto reencuentro... 

que ya no sé si existen. 


Mi grupo favorito sacó una canción que habla sobre dos personas en un mismo espacio que nunca consiguen coincidir; 

pero nosotros coincidimos 

y quizás no lo volvamos a hacer. 


Quizás habla sobre nosotros, 

quizás habla de la distancia que nos separa, 

yo aquí 

y tu allá. 


Quizás no habla sobre el mar que nos separa o lo difícil que es cuando tu corazón está del otro lado.

Quizás no habla de la advertencia lógica de amar a alguien que tiene planes distintos y cómo la vida (y la ciudad) te va a cambiar.


Pero habla de dos personas que no pueden coincidir,

de un viaje en un solo sentido,

de buscar en otros horizontes algo que ya tienes.


Y al final, 

dejamos de coincidir.


Sabina habla de parar el mundo por ese supuesto encuentro de amor,

y dudo mucho que su supuesto encuentro fuese distinto entre nosotros, 

Hoy,

Ahora. 


A veces me encuentro en conversaciones triviales hablando sobre ti,

sobre nuestras conversaciones 

sobre tu forma de ver el mundo y explicármelo. 


Porque incluso sin estar juntos, estamos juntos.

Porque en esta distancia seguimos estando.

Y qué bonito.


Porque coincidir es todavía más complejo que un simple espacio y tiempo.


Hace unos meses pensé que era arroz de otro trigal,

pero no lo es.

No sé si nunca lo sea.

Y en el fondo,

espero que nunca lo sea.


A veces me encuentro explicando las cosas que aprendí de ti a otra gente:

Tu anticiparte en las escenas,

Tus explicaciones complejas sobre la vida y la muerte,

El valor de tus principios,

Incluso cuando intentaba corromperlos.


Solo quiero que se enfaden las flores y se muera el olvido,

Porque dos personas que se pertenecen con esta fuerza,

No pueden terminar de otra forma 

Que no sea juntos.