4 de noviembre de 2022

Enjaulada

Me siento atrapada en una jaula donde el suelo esta lleno de pequeñas piezas rotas de cristal y no puedo conseguir la salida. Me sofoco, me descubro claustrofóbica, encerrada en un espacio oscuro y lleno de humedad, donde el frío te cala de a poco hasta los huesos. Me consigo durmiendo demasiado, evitando tareas cotidianas, findiendo la sonrisa solo para encajar en un mundo al que no quiero pertenecer. Qué cochino es el dinero y, a veces, la vida. ¿Por qué tengo que escuchar a este imbécil hablar de cosas que no me interesan y fingir la sonrisa? Esta vez no puedo volver a empacar mi vida en una maleta porque la mochila pesa demasiado para moverse. ¿Dónde queda la esperanza? ¿Dónde está la salida? No me confundan, no estoy deprimida, solo estoy atrapada en una jaula que no me deja respirar, que me da náuseas respirar, donde preferiría no distinguir entre bondad y oscuridad porque todo es mórbido. ¿Por qué es tan difícil reconocer los momentos buenos cuando los estamos viviendo? Fui tan feliz en la ciudad de los dragones y creo que lo sabía, pero no entendía la magnitud de lo que significaba esa felicidad. Era libre, éramos mis maletas y yo para viajar y conocer, para moverme liviana. Me siento como un ave encerrada en una jaula de la que necesito salir, necesito ser libre, necesito viajar sin saber lo que es parar.

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