Decidimos
separarnos para no hacernos más daño, y ahora nos juntamos para lastimarnos un
poco más, un poco menos... Sabía que me haría daño estar contigo una vez más,
pero soy débil y siempre caigo en tu juego. Estabas ahí parado, tan inocente,
como si realmente me necesitaras… y como siempre te creí y dejé que hicieras
conmigo lo que te diera la gana.
Estúpido,
estúpido y mil veces estúpido. ¿O estúpida yo? O quizás eres demasiado
inteligente y egoísta… Sí, es eso. Egoísta. Como siempre tú solo pensando en
ti, ¿y yo qué? Que cada vez que te veo haces y deshaces conmigo lo que mejor te
provoca, y me dejas a mí sola con más recuerdos que me torturan, o que me hacen
necesitarte, o necesitar lo que queda de lo que eras.
Soy
tan masoquista que prefiero pensarte un rato, que dejarte ir y olvidarte. Y es
que te conozco como a la palma de mi mano, así como tú me conoces a mí…. Marcaste
una etapa de mi vida, y esa etapa se llama “me
enamoré como una pendeja mientras él estaba enamorado de otra”.
Lo
irónico es que no duele, es que hace mucho que te pienso y sonrío de amargura.
Hace mucho que me acostumbré a no tenerte y hacerte mío, de que me tengas y no
sea tuya. Soy tan estúpida que prefiero eso, a no tener absolutamente nada de
ti.
¡Maldita
sea! ¡Te lo dije! Si te dejaba hacer lo que te diera la gana conmigo,
desenterrarías todos esos sentimientos que tanto me costó dejar atrás... y aquí
estoy de nuevo yo, llena de sentimientos por ti, y a ti te da igual otra vez.
Algún
día dejaré de ser tan estúpida y aprenderé a ser más fuerte, y ese día
llorarás. Ambos lo sabemos, yo también lloraré, es nuestro destino.
Algunos
me dicen que algún día terminaremos juntos, pero no va a pasar. Tú y yo no
nacimos para estar juntos, nacimos para amarnos de maneras distintas, sin
correspondernos, nacimos para nunca jamás ser en cuerpo y alma del otro al
mismo tiempo. Nacimos para esto, esta es nuestra historia.
Y me gusta, así nomás, porque me gustas tú. Lo que sea contigo, así sea nada, pero
que sea contigo.