9 de diciembre de 2018

Avisos

Esta noche me di cuenta de que, a medida que estoy menos rota, leo menos poesía. Parece una tontería, pero resulta que las palabras son el remedio para mi alma y, por fortuna, no siempre las necesito. 

Una vez hace mucho tiempo se murió alguien a quien quise muchísimo y fue entonces cuando empecé a escribir. Desde entonces no he podido parar. En otra ocasión, conocí al amor, y fue entonces cuando supe que, si alguien te quiere, es capaz de quererte rota y a pedazos. 

Siempre recuerdo la primera vez que te vi, la primera vez que me hablaste. Nunca logro recordar los detalles de esa noche que te vi por última vez, aunque en ese momento no supiésemos que sería la última. Ojalá no lo sea y un día te encuentre en una plaza con esa sonrisa tan bonita. Por fortuna la vida es una montaña rusa. 

Deberían haberme avisado que mi vida estaría llena de sueños, de amores de cinco minutos, de romances inconcretos. Deberían haberme avisado que mi vida siempre sería más, que no estaría llena de grises sino de colores, como la noria de una feria en plena ciudad. 

Una vez quise ser una diosa griega y fue entonces cuando descubrí en todo caso, sería Calipso. Lo que nadie me dijo nunca es que después de la marcha de Odiseo, a diferencia, no moriría. Mi corazón de repuesto siempre está listo para volver a latir. 

Deberían haberme avisado que siempre encontraría los motivos y por eso no estaba destinada a llamarme Calipso. Como dice esa linda canción que habla de amapolas: ¿dónde vamos tan deprisa?

1 comentario:

  1. Cuanta emoción en esas palabras. Las leo y me atrapan. Se nota que escribes sobre algo que has vivido intensamente y te ha marcado. Me gusta mucho tu estilo. Sigue así.

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