10 de mayo de 2018

Miradas de sal

Hablaremos de música, de las letras y la cultura. Hablaremos de mis libros favoritos, los que te compartí antes de emprender el viaje, los que odiaste. Hablaremos de las flores del cementerio, de las tradiciones, de los nervios. Te imagino despertando por las mañanas con olor a café, con las ansias del porvenir y el miedo de salir a la calle. 

Hay un poema de Manuel Pujante que habla de París, el Sena y el amor; pero para nosotros es distinto: "cuando me abrazas, me cabe Caracas en el bolsillo y el Ávila en el pecho". Eso es lo que te quería enseñar. La montaña bonita de la que te hablé, su luz y sus verdes.

Solo vale la pena si somos poesía, que no es lo mismo que magia. En los poemas hay dolor y sufrimiento, pasiones infinitas, como posiblemente habrá después de nosotros. Seamos poesía. 

Al acabar la primavera, llegará el verano. El calor del mar Caribe, el olor a salitre que tanto me gusta. Las carreteras descompuestas en un país destruido y descuidado, todo se confunde con el tiempo en esta ciudad llena de autos.  

Los locos como tú aman el desastre y, afortunadamente, ese es mi segundo nombre. En la ciudad de los techos rojos no hay inviernos ni otoños, a veces los árboles florean y después se despluman dejando una alfombra amarilla a su paso. 

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