Le hablé a la ciudad de ti antes de irme, y en medio del desconcierto, la desconfianza y la ansiedad, me pidió que no olvidase que somos dos insomnes que brillamos en medio del desastre.
Tal vez no haya cadáveres, solo un grifo abierto, una casa desordenada, una promesa por cumplir, un libro con palabras subrayadas dentro de una maleta, y otro billete de avión.
No hay soledad, solo no estás tú. Hay besos congelados y otros con otro destinatario. Una ciudad llena de vida y de ausencia. Sabemos que nos podemos llenar, pero primero debemos vaciarnos.
No sé si quiero fotos, solo recuerdos. El mapa de tus lunares, la forma de tu sonrisa, la mirada de tus ojos que ninguna cámara podrá captar.
Un día, casi mañana, volveré y la ciudad nos extrañará y susurrará que en esta esquina nos besamos. Seremos dos insomnes que se niegan a olvidar que un día brillaron por ese rayo que los partió en dos.
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