16 de enero de 2018

Tengo todos los planes absolutamente olvidados

Siempre le he tenido que pedir silencio a ese tercer ojo mío, al de la nuca, a ver si deja de pedirme que vigile. Siempre llevo el corazón de repuesto, porque al que late, a ese lo dejo en casa no sea que algún cabrón se lo quiera robar.

Pero esta vez, todo ha fallado. El ojo del vigila no ha disparado la alarma y el que late se ha enredado en tus sábanas.

Si me preguntan qué ha pasado solo podría volver a responder que mi segundo nombre es desastre y he vuelto a perder el mando; la diferencia es que esta vez me da igual.

Lo sentí latir
esa mañana,
entre tus besos,
cuando te vi

partir.




Cuando en medio de un bolero me preguntaste qué estábamos haciendo y mis ojos te juraron que lo imposible –aunque ninguno tenga ni puta idea-. La próxima no me preguntes si no es una locura,
ambos sabemos que sí

porque prefiero seguir doblando la apuesta que perder, porque como dice la poeta, lo que para otros es perder el mando para mí es comerme la vida y, además, sería muy tarde para retirarse.

Te prometo que yo solo quiero seguir siendo la golfa de Extremoduro, te prometo que nunca he querido ser la princesa de ningún cuento, ni del tuyo.

Vámonos, y a ver qué pasa.

I had a dream last night that I was sitting on the end of a dock with someone, dipping our feet in icy water and looking up at a starry night sky that

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