Los amores rotos no se pueden coser.
Luego de varios años, aprendimos a lamernos nuestras heridas propias. Verlas cicatrizar. Sanar. Sin cruzar miradas por la distancia que se entre puso.
Una noche nos vimos, felices, sin las almas rotas. Nos preguntamos qué hubiese pasado si nos hubiésemos encontrado en otro momento. Si hubiésemos podido ser. Pero no fuimos y, quizás, ya nunca seremos.
Somos otra cosa, pero no eso.
No hay comentarios:
Publicar un comentario