Es domingo, me he despertado y he abierto la bañera. Mientras el agua se calentaba, he abierto la ventana y todo el aire del mundo ha entrado llenándome los pulmones.
He preparado cuatro fresas en un bol y me he sentado a ver pasar el tiempo. He recordado. Y aunque fue un momento bonito, te necesitaba a mi lado, cortando las fresas, abriendo la nevera, besándome cuando me giro. Estoy harta de que no estés. De este estar extrañándote a todas horas, escribiéndote cartas que nunca leerás.
Ayer fui a la isla más bonita del mundo y caminé y caminé perdiéndome entre sus árboles. Los animales dormían al sol, la vida pasaba tranquila, pero tú tampoco estabas. Nunca estás.
Hoy no hago más que pensar en patos y peces, sonriendo bajito. Me da fuerzas, supongo. Y sólo deseo que algún día estés, en esta locura de vida, curándome las heridas por las noches y amándome todas las mañanas. ¿Vendrás?
¿Te irás?
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