Buenos días mundo. Niki se despereza. ¿Me haces un regalo
hoy? Me gustaría levantarme de la cama y encontrarme una rosa. Roja no. Blanca.
Pura. Para escribir en ella como si fuese una página nueva. Una rosa dejada por
alguien que piensa en mí y que todavía no conozco. Lo sé, un contrasentido. Pero
me haría sonreír. La cogería y la llevaría al instituto. La dejaría apoyada en
el pupitre, sin más. Mis amigas se acercarían llenas de curiosidad.
Y yo, todavía sin decir nada, la dejaría allí toda la
mañana. Después, a última hora, arrancaría uno a uno los pétalos y, con un
rotulador azul, escribiría letra a letra, una sola en cada pétalo, la frase de
aquella canción tan bonita: “Entre los obstáculos del corazón hay un principio
de alegría que me gustaría merecer…”, y después tiraría los pétalos por la
ventana. El viento se los llevaría. Podría ser que alguien los encontrase. Que volviese
a ponerlas en orden. Que leyese la frase. Y me viniese a buscar. Él quizá. Ya. Pero
¿quién es él?
Extracto de Perdona si te llamo amor, de Federico Moccia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario