¿Alguna vez has tenido algo tan bonito que no quieres ni tocarlo para no hacerle daño? Pues eso eres tú para mí. Eres el ave que se acerca y me provoca quedarme inmóvil para no ahuyentarla; eres una ráfaga de viento en un día soleado, de esas que se disfrutan mejor quieto y con los ojos cerrados; eres la fragilidad de todo lo que prefiero no tener antes que ver lejano.
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