Cuéntame más historias de la chica de los labios rojos, el rímel corrido —de la risa— y las bragas chorreando recuerdos.
Cuéntame cómo se desnudaba con esa canción tan lenta de London Grammar. Dime lo que le susurraba a todos esos capullos que sólo la querían para follar.
Cuéntame cuántos trenes ha perdido desde que no va a ninguna parte.
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