Las canciones más tristes de mi vida parecen más alegres si las escucho en la ducha, si las canto como si supiese cantar. Ya no he vuelto a llorar con tu recuerdo, ni siquiera te he vuelto a ver en sueños; me parece la cosa más extraña del mundo.
He entendido que no te extraño a ti, extraño todo lo que prometiste que podías darme, pero nunca me diste. He estado tanto tiempo enamorada de alguien que no existe, que haberme dado cuenta me ha regalado una tranquilidad indescriptible. Ojalá hubieses sido él, aunque no.
Un amigo me dijo el día después de ese día que el desamor es una cosa terrible, porque nadie lo quiere, pero es necesario para aprender. Nadie enseña tan bien como el dolor.
La otra noche al salir del teatro vi tu carro junto al mío en el estacionamiento, pero no estabas conmigo. Estabas en ese lugar que tanto me gustaba, a la hora que siempre quería ir, sin mí cuando a mí me inventabas excusas sobre por qué no.
Quisiera pedirte que vuelvas, quisiera llorar tu ausencia, emborracharme y llamarte a las tantas de la madrugada porque estoy sola y triste y te necesito porque esta noche sería nuestro aniversario si nuestra historia no hubiese acabado. Quisiera ser esa niña enamorada que piensa que se va a morir, pero no se muere. Quisiera tanto ser ella.
La verdad es que no lo soy.
No sé de donde saqué el impulso para irme, pero me fui. Te quise, espero siempre lo recuerdes; pero ya no.
Y ahora, una canción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario