19 de marzo de 2020

Tú no sabes lo que es tener el corazón roto, me dijeron.

Perfectamente sé lo que se siente tener el corazón roto. Principalmente es de lo que más jode mi vida. No solo una vez me han echado al cajón del olvido. Yo sé bien lo que es eso, que te dejen de querer de un día para otro y se marchen sin siquiera darte una explicación. Conozco de sobra qué es llorar durante largas noches y madrugadas. A mí también me prometieron el típico, sobrevalorado y ya nada creíble "por siempre". Sé lo que es perder todo lo que te quedaba de dignidad enviando un mensaje donde jamás se recibió una respuesta, o esas dos llamadas a su celular que jamás fueron contestadas.

Yo también quise insistir en reconstruir algo que ya no tenía lugar; quise esperar a ese alguien que nunca iba a regresar, quise seguir pensando en una persona, a sabiendas que sus pensamientos ya eran para alguien más; también conocí esa sensación de ahogo al enterarme de mentiras que en el fondo ya sabía y me negaba a aceptar. Sé también lo que es sentir ese enorme vacío en el corazón; yo también he releído cartas por mero masoquismo, sintiendo como con cada oración la tristeza y el dolor invadían mi cuerpo, como las lágrimas manchaban mis mejillas.

Él empezó a ser feliz cuando me desaparecí de su inmejorable y dichosa vida; por ello cuando alguien me pregunta al respecto prefiero no decir nada, porque es una pena que se enteren que yo soy la persona más fácil de olvidar de este retorcido mundo. 

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