6 de febrero de 2020

Descompuesta

Camino mientras broto en engaños, como plantitas que me salen por las manos. Hago daño; me doy miedo, por eso tapo los espejos, para no verme a los ojos y caer en mi propia trampa, para no venderme una realidad que atrapa y luego me mata, con sus pequeñas lucecitas de esperanza. Soy mi propia peor enemiga, nunca nadie me había odiado tanto en la vida. Me consumo, y me desgasto, me tiro al piso, y como si fuera buena, me levanto; me digo cosas bonitas, me hago sentir bien, me regalo cristales y luego me los clavo en la frente, me río al verme: “caíste otra vez, tan tierna, tan frágil, con tus ojos grandes”; y me hago llorar, y me doy tristeza, y corro a abrazarme, y me hago bolita, y lloro en mis brazos, me siento chiquita, me vuelvo sollozo, y floto en los ríos que corren por mis ojos. “¿Por qué estás tan rota?, ¿por qué no te arreglas?, tal vez es solo que estás descompuesta”, y me beso en la frente, y me canto canciones que hablan de mi infancia, de tiempos mejores, y me vuelvo agua, y me filtro en la tierra, y se calla el llanto, y se apaga todo, y solo queda el canto…

Fotografía: Bruno Bacigalupo

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